asdasgasgas

Melancolía.


Lo vi entrando a mi casa a escondidas. Recorrerla en la oscuridad y sorprenderse con mis debilidades. Con mis monstruos y fantasmas, intenté excusarme con él, con nosotros.
Él no se acuerda de todo lo que hicimos, de cuánto jugamos.
Su accidente le impidió recordar, hasta ahora… Detallé su miedo al sostener una temblorosa linterna, transitar la casa buscando evidencias dequién fue realmente, como si no le hubiera dado suficientes señales con los cuerpos.
Caminó por los pasillos viendo nuestras fotos de niños, ésta fue nuestra casa, nuestro salón de juegos y aprendizaje; dejé la cocina tal cual él la dejaba para mí, pestilente y pútrida; cuando él entró, salió automáticamente por el hedor y siguió camino arriba, subí detrás. Notando cómo él recorría las vacías peromanchadas habitaciones donde confirmamos nuestro amor entre sábanas de piel virgen.
Éramos tan jóvenes. Salió espantado de ver tantos cuerpos de años desparramados por la habitación, él era dueño de ellos, fue dueño de sus muertes. Memoricé muchas noches viéndolo torturar, viéndolo despedazar hasta desangrar y apropiarse de algo tan oscuro, viendo su alma oscurecerse junto con la noche y el velode la muerte sobre su rostro.
Corrió escaleras abajo tropezando sin caerse; su placa cayó. La levanté y la guardé en mi buzo. Una vez habiendo vomitado casi todo el pasillo, notó la puerta del sótano. Pude verlo dudar, decidir entre su curiosidad y su razón, pero él siempre fue un curioso monito. Tanteó la forma de entrar hasta que, creo yo, que se alumbró su mente y dando dos golpecitos y unempujón en la manija, pasó.
Un aroma putrefacto y rancio infiltró nuestras narices, se agachó para vomitar nuevamente pero lo retuvo colocándose su bufanda alrededor de la zona baja de la cara. Sujetó con fuerza la linterna y sacó, por primera vez, un arma… Se percató de mi risa. Sin querer la había largado cuando abrió la puerta. Entró.
Esperé unos momentos a que descendiera y yo terminé debajar la escalera que daba al primer piso, evité el vómito con asco. Si había algo que detestaba del humano eran sus desechos, la falta de higiene… Soy una asesina muy pulcra y obsesionada con la limpieza, por eso soy muy renombrada. Prolija, ordenada, detallista… Totalmente lo contrario a Chris.
Seguí y, miré la casa melancólica. Hoy se iniciaría o terminaría algo. Cerré la puerta suavemente. Laluz azul lunar que apenas alumbraba la escalerilla desapareció a mis espaldas, no la necesitaba, recordaba de memoria los escalones.
Lo escuché desesperarse, había encontrado mi regalito. Me apresuré y prendí la luz sobre el cuerpo de la joven aún viva que él intentaba desatar y alumbrar. Sonreí al verlo horrorizado mirando hacia arriba. La lamparilla se movía de un lado a otro y solo alumbrabaese pobre sector. Me acerqué, lo suficiente para verlo cerca pero que él no me viera.
Intentaba cortar las sogas, pero era inútil; ella estaba atada y extendida verticalmente de sus extremidades con la boca toda tapada en vueltas y vueltas de cinta de embalar. La chica lloraba sin descanso, semidesnuda. Indefensa, como a él le gustaba. Poco a poco, asimilando su vista a la oscuridad, notó lamesilla con sus viejos instrumentos. Los revisó, impecables, como yo solía dejárselos. Los usó para cortar la cinta, funcionó. Ella gritó, pero él le ordenó que se callara automáticamente. Estaba traumatizada, y demasiado. Y ahí fue…
Se la quedó mirando fijo, pude ver y sentir en la tierra sus vibraciones. Su dama de negro abrazándolo y seduciéndolo. Todavía sostenía un muy afilado bisturí doble ensu mano, cuando con la otra, instintivamente comenzó a acariciar los hombros de la joven. Ella quedó paralizada, nadie iba a escucharnos… Era una bella casa abandonada en los bosques lejanos al centro del pueblo.
Vi su sonrisa florecer, sus ojos tornarse lujuriosos y llenos de deseo por esa piel. Arrancó su ropa interior liberándola al pudor más humano. Acarició su cuerpo, solventándose del...