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Joaquín, salió de su escondite. Su corazón latía como si llevara prisa de salir a galope hacia algún sitio, luchaba dentro de su estrecho y pequeño pecho, mientras su mente trataba de encontrar la manera calmar sus sentidos.
En la pradera, ya había sitio para las pequeñas gotas de rocío, la mañana se vislumbraba como una de las más aburridas para Layla que ya se encontraba de pie junto a laventana, el silencio se apoderaba de la habitación que aunque se empezaba a iluminar con los tímidos rayos del horizonte seguía siendo una decoración lúgubre para un alma joven y llena de vida que sólo se paseaba en la tierra desde hacia nueve años que viera por primera vez la luz.
Layla recordaba en ese momento la luz intensa de la cocina de su loft en la ciudad, donde su delgada y joven nana yalevantada hacía panqueques que olían a millas de distancia y despertaba su apetito aún estando en cama. Ansiaba con todas las fuerzas de su menudo ser estar de nuevo en el departamento donde su madre hacía el menor ruido posible y se movía con ligereza mientras se vestía y alistaba todas las libretas que llevaba a su trabajo en ese gran edificio al centro de la ciudad. La veía una y otra vez dentrode sus pantuflas amarillas en forma de patito de hule cuando cuidadosamente elegía las medias de seda que combinaban perfectamente con el tono su pálida piel, la falda que Layla encontraba un poco larga de tono gris y la blusa y chaqueta que hacían juego, cada mañana su madre elegía un conjunto semejante de diferentes tonos sobrios para luego desaparecer con un beso delicado en la mejilla y unsusurro de buenos días, por la puerta para no volver hasta muy llegada la oscuridad de la noche. Mientras Joaquín se remolinaba entre las sábanas en su tono siempre rebelde de abandonar su cama y su habitación para marcharse al instituto, juntos.
Ahora, que su mente jugaba a recordar a detalles su vida en la ciudad que parecía tan lejana, empezaba a prestar atención en el comportamiento de suhermano gemelo. Layla se caracterizaba por tener una personalidad muy dócil, evitaba a toda costa los conflictos con todos los que lo rodeaban su actitud era de conciliación total en todas sus facetas, su hermano jugaba un papel muy importante en su vida, era su compañera en esos nueve años que llevaban de vida y hasta en el vientre de su madre permanecían en armonía, sin embargo en los últimos mesesJoaquín se mostraba distante, realizaba actividades que no eran propias de él, no la incluía en alguno de sus juegos, y en muchos casos se enzarzaban en discusiones que nunca antes habían tenido importancia. En este tiempo, ella había tratado de arrebatar el cuaderno donde veía que su hermano en sus momentos más silenciosos hacía anotaciones no podía estar más lejos de lograrlo, su hermano sabíacuáles eran sus intenciones y ahora lo escondía de su vista día a día y ella adquiría en su interior un interés cada vez mayor. ¿Qué ocultaba Joaquín en aquellas anotaciones?, ¿Porqué ella no podía saberlo? Mientras estas preguntas ahogaban sus pensamientos, Layla se sumía en la ignorancia de que en el cuarto contiguo, que desde que habían llegado a la casa de campo de su padre a pasar lasvacaciones, ocupaba su hermano; se encontraba vacío desde el día anterior.


LA COINCIDENCIA
De nuevo en la oficina del director, apenado y sin nada que decir, con ganas de correr a su casa, mirando al piso fijamente el sentimiento de culpa crecía en su interior, el temblor de sus manos amoratadas - por la fuerza con la que las apretaba desde hacía más de un hora - había disminuido considerablementepero por primera vez en su vida sentía como latía las sienes de su cabeza, constante y fuertemente, retumbando en sus oídos como tambores africanos que al parecer no pensaban callarse nunca.
Las gotas de sudor frío que bajaban de su cuello y su cabello largo y disparejo causaban pequeñas cosquillas en su piel, todo era tan incomodo, se sentía mareado y aunque se esforzaba por concentrarse no...