Asdf

Era pequeña, muy pequeña. Observaba impacientemente su alrededor y entre todos los detalles del lugar notó que sus padres aún estaban en la plenitud de su amor por lo tanto escabullirse deellos no parecía una tarea difícil. Aceleró el paso tanto como sus mínimas piernas lo permitieron hasta perderse en la densidad de los árboles, le asustaba la soledad del lugar pero el deseode encontrar los renombrados columpios de aquel parque lograba apaciguar su temor.
Finalmente consiguió su objetivo, a los pocos minutos de andar divisó los brillantes colores de esos juegosque hacían llegar al cielo, sin siquiera pensarlo corrió y eligió el de asiento naranja, su color favorito. Para ella parecieron horas las que pasaron en el intento de impulsarse, de sentirque volaba, que no tenía pies sino alas. Pero no, fueron sólo unos segundos los que transcurrieron antes de que decidiera rendirse. Optó por contentarse con el sol otoñal que acariciabatibiamente su rostro, el suave vaivén del columpio tenía un efecto adormecedor en ella, cerró los ojos pensando en el probable regaño de sus padres cosa que no le importó, no encontrándose en unmomento tan agradable como ese.
Cuándo sintió que debía volver unas manos tocaron su espalda produciendo una descarga eléctrica en ella, se sobresaltó, no de terror, era algo desconocido y sepreguntaba porque no escapaba de allí, porque se quedaba. Tenía una extrema certeza de que no le ocurriría nada malo y esa confianza le asustaba más que lo que le pudiera pasar. Esas manosejercieron un poco de presión y suavemente la empujaron, se entusiasmó ya que había entendido la intención de ese misterioso ser. Reía, reía sintiendo el viento alborotando su cabello, viendocomo las nubes iban y venían ante sus ojos, reía junto a aquel extraño y cuándo todo cesaba e intentaba ver a la amable persona que había accedido a empujar su columpio todo se nublaba…