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El coronel guardósilencio hasta cuando su esposa hizo una pausa para preguntarle si estaba despierto. Él respondió que sí. La mujer continuó en todo liso, fluyente, implacable.
--- Todo el mundo ganará con el gallo,menos nosotros. Somos los únicos que no tenemos ni un centavo para apostar.
--- El dueño del gallo tiene derecho a un veinte por ciento.
--- También tenías derecho a que te dieran un puesto cuandote ponían a romperte el cuero en las elecciones –replicó la mujer-. También tenías derecho a tu pensión de veterano después de exponer el pellejo en la guerra civil. Ahora todo el mundo tiene su vidaasegurada y tú estás muerto de hambre completamente solo.
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--- Vamos hacer una cosa –la interrumpió el coronel.
--- Lo único que se puede hacer es vender el gallo –dijo la mujer.
---También se puede vender el reloj.
--- No lo compran.
--- Mañana trataré de que Álvaro me dé los cuarenta pesos.
--- No te los da.
--- Entonces vende el cuadro.
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Tratóde tener los ojos abiertos, pero lo quebrantó el sueño. Cayó hasta el fondo de una substancia sin tiempo y sin espacio, donde las palabras de su mujer tenían un significado diferente. Pero un instante después sesintió sacudido por el hombro.
--- Contéstame.
El coronel no supo si había oído esa palabra antes o después del sueño. Estaba amaneciendo. La ventana se recordaba en la claridad verde deldomingo. Pensó que tenía fiebre. Le ardían los ojos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para recobrar la lucidez.
--- Qué se puede hacer si no se puede vender nada –replicó la mujer.
--- Entonces yaserá veinte de enero –dijo el coronel, perfectamente consciente--. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde.
--- Si el gallo gana –dijo la mujer--. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el...
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