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No recuerdo si le pregunté dónde vivía.La cuestión es que fuimos directo a mi casa. Mientras subíamos en el ascensor pensaba en preparar café, pero apenas entramos comenzamos a besarnos con ardor. Caímos sobre la alfombra del living yentre besos y caricias atrevidas nos fuimos despojando de nuestras galas de fiesta. Voló mi camisa, voló el vestido de brillos, volaron mis boxers, voló su tanga negra. Abrí sus piernas y me dediqué adegustar sus intimidades, mi lengua encontró unos labios carnosos y húmedos, un clítoris ansioso y un orificio aún más ansioso. Mezclé mi saliva con sus flujos, la excité chupando, lamiendo y mordiendo.Luego ella me devolvió el favor metiendo mi pene en su boca, chupándolo con hambre y delicia. Tendido sobre la alfombra, la mujer del vestido con brillos me hizo elevarme hasta las cumbres del placer,con la habilidad de su lengua y su boca, devoradora y pasional. Tragaba mi verga por entero, hasta provocarse arcadas. Cuando mi respiración agitada y la tensión de mi cuerpo anticipaban mi...
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