Asesino...
Paraaclarar, la hija de los vecinos de al lado: pelo rubio, ojos azules, de altura mediana, y con una voz un tanto peculiar.
Mi querida katana era un regalo de mi difunto padre,que la habia conseguido tras una buena noche de juerga con sus amigos apostando y apostando...
Aquella noche, mi querida arma blanca teñiria du color al rojo intenso dela sangre de la muchacha.
Eran las 9 de la noche y, como de constumbre, me prepare un buen cafe que nunca esta de mal. Encenci la television y
comence a ver ese estupidoe hipnotico programa que suelo ver antes de mis sesiones de violencia.
Ya eran las 11 a penas y mi cerebro ya estaba cansado de ver la tele, asi que me puse mi gabardinade cuero, cogi mi querida katana y me dispuse a salir de casa.
Esa noche la muchacha quedaba sola en casa, lo que era un punto a mi favor. Sus padres se fueron alteatro, pues eran unos cultos padres. Quien fuera esa muchacha....
Me situe en la puerta de la casa y pique al timbre. Acto seguido me escabulli, como si se tratara de unachiquillada.
La mujercita abrio y se mosqueo, pues mi plan iba bien. Volvi a picar y abrio mas cabreada de lo normal. Entonces, suave y
sutilmente hundi mi acero japonesdirectamente en su corazon. A penas pudo gritar de dolor. Callo de rodillas, empapada en
sangre. Entonces, tras un corte perfecto, su cabeza se separo de su cuerpo de chicade diecinueve años y cayo rodando por el suelo.
Tras la faena, abandone el hogar, hice mi maleta y me dispuse a buscar otra casa donde vivir, lejos de aquel escenario.
Regístrate para leer el documento completo.