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La Cola del Diablo.
Era demasiado tarde para hacerse atrás. Ya comenzó con el 'cortejo' y la provocación vulgar, enseñando su lengua más como símbolo de burla que como forma de seducción. Hacer esos gestos nunca le caían bien a alguien como YuKanda. Hacer algo que no fuera grosero o introvertido era completamente anormal en su personalidad, pero mientras él se mantuviera agresivo, él seguiríasiendo identificable como YuKanda. Y Allen seguiría siendo Allen Walker mientras quisiera darle pelea a su rival favorito y tuviera la oportunidad de humillarlo, tan siquiera un poco. Nada era más placentero que embarrar de mierda el orgullo de un pedante ególatra como Kanda.
–¿Vas a pelear o no?–bramó el joven asiático con una arrogante expresión en su pálido rostro. Sus flecos azabachesacentuaban su actitud agresiva, pero su masculinidad era contrarrestada por ésa cabellera tan larga. Si lo viera de espalda, parecería mujer con hombros anchos. Allen no bajó la guardia entre tanto. Estaban dentro del campo de entrenamiento y no había nadie más aquí que les observara. Habían decidido venir a entrenar y calentar sus cuerpos entumecidos por la falta de actividad en el campo de batalla. Unabuena lucha haría felices a sus corazones y su condición física.
–Quien acabe en el suelo primero, tendrá que ceder, Kanda idiota.–respondió insolentemente el británico muchacho de albinos cabellos sacudiendo su cuerpo, alistándose para el primer impacto por parte de una patada firme y certera que logró bloquear con sus brazos.
Fue como una danza de tarascadas brutas, mientras llovían lasgotitas de sudor al compás cual chocaban los brazos con ancas, la carne se calentaba y se volvía resbaladiza mientras se forraba de la transpiración masculina. Los músculos comenzaban a encender mediante al estímulo del bienvenido dolor.
–Si yo gano, Moyashi, tú darás tus nalgas.–Kanda habló en medio del combate, pausando sin perder de vista a su oponente. Parecía bastante contento, aunque tenía porsiempre ésa careta de amargado. Se retiró la camisa azul pegada a su fuerte fisonomía. Tenía un físico muy varonil, musculoso, pero no en exceso. Lo que haría más distinguible su escultural torso sería ése tatuaje con la sílaba 'Aum' que cargaba sobre su corazón.
–No si yo puedo evitarlo, imbécil.–rió Allen, mientras aprovechaba su libertad en movimientos, se encargó su maniobrar una patada certeraa las piernas de Kanda con el fin de hacerlo caer.–¿Qué te pareció eso?–farfulló mientras veía a Kanda apenas usando sus brazos para evitar que el resto de su cuerpo descansara
–Una anciana paralítica podría patear más fuerte.–se burló el asiático mirándo con bravata a su rival británico. Allen debió verlo venir, que el sinvergüenza empujaría su pie contra la rodilla de Allen, su éxito fue elhacerle caer al suelo.
Allen sintió todo su peso tronar sobre su trasero. Pero decidió que ahí no iba a terminar la contienda.
El hombre de pelo largo se levantó de un salto, justo cuando el muchacho albino pretendió librarse y volver al combate. No iba a romper las reglas así nada más sin pagar las consecuencias. Kandaarremeto una veloz patada en el pecho del adolescente, presionándolo paraevitarle el escape. Kanda miró con crueldad al abatido Allen.
–Te dije que si yo ganaba, me darías tus nalgas.
–¿Eres una especie de ninfómano o qué?–preguntó en su timbre tan amplio en burla.
–No, sólo sucede que prefiero metértela a tí, en lugar que tú me la metas a mí.–respondió Kanda, endilgando desprecio en su grave voz.
–No aguantas nada, Kanda.–dijo Allen con tan jocosa sonrisa en su cara.El tipo había entrado a la Organización siendo un meloso santurrón inapelable, y ahora emanaba de él una perversión tan grotesca y prohibida. Las relaciones entre hombres eran cosas socialmente inaceptables, y peor aún dentro de una orden de exorcistas.
Como ésa información no fue del gusto del pardo, retiró el pie de su pecho, y colocó viciosamente la suela en la entrepierna del muchacho...