Asimov Isaac A Las Ideas Les Cuesta Morir

Páginas: 28 (6904 palabras) Publicado: 4 de mayo de 2015
A LAS IDEAS LES CUESTA MORIR
ISAAC ASIMOV
Los ataron contra la aceleración del despegue, rodearon sus ingeniosamente diseñados asientos con
líquido, y fortalecieron sus cuerpos con medicamentos.
Luego, cuando llegó el momento de retirar las correas, se encontraron con apenas un poco más de
espacio que antes.
Las simples y ligeras ropas que llevaban les daban una ilusión de libertad, pero tan sólouna
ilusión. Podían mover libremente los brazos, pero las piernas sólo hasta un punto limitado.
Solamente podían extender por completo una, no las dos a la vez.
Podían variar su posición medio reclinándose a la derecha o a la izquierda, pero no podían
abandonar sus asientos. Los asientos eran todo lo que tenían. Podían comer, dormir, ocuparse de sus
necesidades corporales de forma más o menosadecuada mientras permanecieran sentados allí, y
sentados allí debían permanecer.
Durante una semana (un poco más, en realidad), estaban condenados a una tumba. En aquel
momento, no importaba que la tumba estuviera rodeada por todo el espacio.
La aceleración había sido superada y había desaparecido. Ahora habían iniciado el silencioso y
uniforme trayecto a través del espacio que separaba la Tierra dela Luna, y ese era el gran horror.
¿De qué vamos a hablar? preguntó Bruce G. Davis, Jr., sordamente.
No lo sé repuso Marvin Oldbury.
De nuevo reinó el silencio.
No eran amigos. Hasta haría muy poco ni siquiera se conocían. Pero estaban aprisionados juntos.
Los dos se habían presentado voluntarios. Los dos habían cumplido todos los requisitos. Eran
solteros, inteligentes, y gozaban de buenasalud.
Además, los dos se habían sometido durante meses a una intensa psicoterapia.
Y el gran consejo de los psiquiatras había sido: «¡Hablen!».
Hablen constantemente, si es necesario les habían dicho. No dejen que la sensación de
estar solos les invada.
¿Cómo pueden saberlo? dijo Oldbury.
Era el más alto y delgado de los dos, fuerte y de rostro cuadrado. Tenía un mechón de pelo justo
encimadel puente de la nariz, que formaba una especie de coma entre sus dos negras cejas.
Davis tenía el cabello color arena y era pecoso, con una sonrisa tenaz y unas ligeras sombras
debajo de los ojos. Quizá eran esas sombras lo que daba a sus ojos una expresión agorera.
¿Cómo pueden saber el qué, y quiénes?
Los psiquiatras. Dicen que hablemos. ¿Cómo pueden saber que eso nos hará algún bien?
¿Y aquién le importa? dijo Davis secamente. Esto es tan sólo un experimento. Si no
funciona, le dirán a la siguiente pareja: «Ni una palabra».
Oldbury estiró los brazos, y sus dedos tocaron la gran semiesfera de dispositivos de información
que les rodeaba. Podían accionar los controles, manejar el equipo acondicionador del aire, atenazar
los tubos de plástico de los que chupar la blanda mezclanutritiva, activar con el codo la unidad de
expulsión de desechos, y rozar los diales que controlaban el videoscopio.

Todo aquello estaba bañado por el suave resplandor de las luces, que eran alimentadas por la
electricidad de las baterías solares, expuestas en el casco de la nave a una luz solar que nunca
fallaba.
Menos mal que habían decidido conferirle una rotación a la nave, pensó Oldbury. Producíauna
fuerza centrífuga que lo empujaba contra su asiento, dándole así una sensación de peso. Sin ese
toque de gravedad para hacerle sentir como en la Tierra, las cosas hubieran sido realmente malas.
Sin embargo, hubieran podido reservar un poco más de espacio dentro de la nave, ahorrándolo de
las necesidades del equipo, y así los dos hombres no habrían quedado tan encajonados.
Trasladó elpensamiento a palabras y dijo:
Podían habernos dejado un poco más de espacio.
¿Para qué? preguntó Davis.
Para poder ponernos de pie.
Davis gruñó. Era realmente toda la respuesta que podía dar.
¿Por qué te presentaste voluntario? dijo Oldbury.
Eso hubieras debido preguntármelo antes de partir. Entonces lo sabía. Iba a ser uno de los
primeros hombres que dieran la vuelta a la Luna y regresaran. Iba...
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