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Rebeca Molina L.
Me gustaría poder comprender de qué manera la reforma tributaria propuesta por el Gobierno impactará en el bienestar de todo el país y en mis proyectospersonales. Reconozco que no soy lo suficientemente persistente como para leer las ciento setenta y tantas páginas del proyecto de ley (¿alguien lo es?), así que he optado por informarme a través de losmedios, poniendo mucha atención a cuanta entrevista, reportaje, video e infografías encontré.
Lamentablemente, hoy sigo sin tener claridad. La clase media: ¿será la más afectada o la más beneficiada?¿Se debe mantener el FUT, eliminarlo o suprimirlo solo parcialmente? ¿Generará equidad y justicia, o desempleo y pobreza?
Sí tengo claridad de otra cosa. Me encontré con una guerra verbal entre dosbandos dispuestos a descalificar a los otros públicamente, transformando un debate acerca del sistema tributario en un campo de batalla en el que parecieran estar cobrándose cuentas históricas.
Elvocabulario agresivo y las expresiones denotan un desprecio único. Se habla de “ellos”, se utilizan frases como “no se deje engañar” y “los poderosos de siempre”, que solo generan odio y desconfianza. Noolvidamos que las palabras generan realidades. Así se ha ido pintando un escenario en el que, por un lado, están los ricos, gente abusadora de chaqueta y corbata que desde la bóveda planifica unChile con un proletariado iletrado que aumente sus riquezas y lujos personales. Por otro lado están los pobres, flojos que no se esfuerzan, que esperan el asistencialismo del Estado y que todo les llegueen bandeja. En medio está la famosa clase media, los santos de esta historia, los emprendedores y gente de esfuerzo que hay que defender a toda costa. Este es el grupo que todos quieren proteger ynadie critica, es al que todos apelan para tener la opinión pública a su favor.
Y esto no es sólo a nivel de políticos y expertos. Dedíquele unos minutos a leer los comentarios de los lectores en...
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