Ateismo militante
“Amar a Dios sobre todas las cosas”, decía el primer mandamiento; “Creo en Dios Padre todopoderoso / creador del cielo y de la tierra / de todo lo visible y loinvisible”, empezaba el Credo; “Padre nuestro que estás en el cielo / santificado sea tu nombre”, rezaba el Padre Nuestro. Esas tres frases, como tres mantras rítmicos y rígidos impresos con sangre en tus neuronas, martillaban en la mente como una orden tajante e ineluctable de una potencia silenciosa, lejana, desconocida, y mucho más potente cuanto más desconocida, lejana y silenciosa. Todavía hoy, cuandollevo más de treinta años siendo ateo, recuerdo esas oraciones, y hasta soy capaz de concederles un indudable encanto poético. El Padre Nuestro, por ejemplo, tiene la gran virtud de ser un largo poema sin un solo adjetivo, y esa sequedad de recursos retóricos le da una eficiencia mayor, una elegancia sobria parecida a la de las grandes basílicas románicas. Borges, que era ateo y no creía en lasupervivencia después de la muerte, se murió recitando el Padre Nuestro en Anglosajón (en inglés antiguo), no porque creyera en los conjuros del rezo, sino por las virtudes de serenidad que tienen las palabras rítmicas cuando están bien escritas.
Los que han creído en Dios, durante siglos, durante milenios, no han sido imbéciles, ni han sido malos poetas, ni malos pintores, ni malos músicos. Tampocohan sido siempre malas personas. Si pienso en la poesía de San Juan de la Cruz, en las vírgenes de Rafael, en los santos de Giotto, en las santas de Bernini, en el Cristo de Velásquez, en la música religiosa de Bach, comprendo que la religión ha inspirado algunas de las más altas creaciones artísticas del largo recorrido del Homo sapiens sobre esta dura tierra.
La religión ha sido un consuelo,además, para millones de personas, porque le quita a la muerte individual su carácter definitivo, al conceder la esperanza de volver a ver a las personas queridas en otro mundo sin las molestias de este (o aunque sea en otro submundo, el infierno, mucho más molesto que este). La religión ha sido un factor de cohesión, porque hace ver como hermanos y aliados a personas que no tienen parentesco conuno. La religión, quizá, desde la antigüedad, mitigó en algunos malévolos su maldad, por miedo al castigo de una potencia sobrenatural. La religión les dio a los justos la esperanza de que en el más allá los malos serían castigados y los buenos premiados, cosa que raramente ocurre en este valle de lágrimas. La religión durante siglos representó también la única opción de volverse una personaestudiosa y pensante, para todos aquellos que preferían la vida retirada y contemplativa como una opción mejor que la vida activa. Los primeros científicos, pensadores, escritores, músicos, filósofos, naturalistas, al menos en el mundo occidental tras la caída del Imperio Romano, en general fueron también monjes.
Pero toda aquella agonía de la adolescencia (dejar de frecuentar los sacramentos,dejar de tener un Padre en el cielo, dejar de pedir ayuda a potencias sobrenaturales, dejar de sentir que un ángel invisible me protegía y un diablo maligno me tentaba) fue desapareciendo poco a poco y hoy en día vivo mi ateísmo con una serenidad —me atrevo a decir— de beato. Dios ya no es un problema para mí, y me resulta tan lejano como el acné juvenil. Cuando todavía luchaba con mi ateísmo, me...
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