Atlantis

Atlantis

Hacía una noche bastante húmeda cuando Martina le pidió a su hijo Esteban que subiera para que se duchara pues era tarde. El chiquillo se sacudió la tierra de las manos, dejó los carrosque utilizaba en el fango, y subió. Al sumergirse en la tina, comenzó a imaginar como Tritón y su ejercito de sirenas y sirenos nadaban junto a él. Era increíble poder irse en ese viaje prácticamenteacuático y lleno de escamas ausentes. Mario, el padre de Esteban, y su paciencia estaba colmada por el exceso de imaginación de su hijo. Este veía como su chico destruía su vida con personajesmitológicos y fantasiosos que arrancaba sin miedos de los libros que devoraba y los hacía caminar junto a él como si fuesen sus guardianes. De la misma manera, sabía que si no intervenía en esa penosasituación, pues su hijo era demasiado introvertido y se contemplaba casi como rey de alguna historia fantasiosa, sería el fin de Esteban.
--Hijo, ven, tu madre está muy cansada y yo te acostaré hoy.
--¿Deveras? Es que prefiero que lo haga mamá porque ella es la que me lee y así puedo dormir.
--Descuida Esteban, - comentó con brevedad Mario – yo también puedo hacerlo.
Eso le estuvo sumamente extraño aEsteban, pero fue un niño obediente; armado de un libro de la ciudad de Atlantis, se sumergió en sus sábanas profundamente.
--Sé que tu madre acostumbra a leerte de todas estas historias, pero hoyyo te haré una muy peculiar.
Esteban puso cara seria, aunque le brotaban algunos rasgos de interés por conocer qué se abstendría al escuchar a su padre.
--Mira Esteban, ya es hora de que entiendasque esas historias que penetras tu mente todas las noches son más que fantasías baratas. Ejemplo de esto es Cenicienta.
--Fue una princesa un poco sufrida papá – inquirió Esteban dejando relucir sumadurez literaria.
--Claro. ¿Sabes que esa ‘sufrida princesa’ consiguió matar a su primera madrastra? Fue algo sumamente lamentable. La segunda madrastra se salvó milagrosamente.
Esteban...