Atrapados
Haley McWaid es la hija
adolescente de la que cualquier
padre se sentiría orgulloso: una chica
responsable, una estudiante aplicada
y buena deportista. Por eso, cuando
una mañana su madre descubre con
sorpresa que no ha dormido en casa,
la primera reacción es de extrañeza y
la segunda de pánico. El paso del
tiempo provoca que la familia se
tema lo peor. Casos como el de
Haley llamanla atención de la
periodista Wendy Tynes, que trabaja
en un programa de televisión
centrado en localizar por internet a
pedófilos, engañarlos y atraparlos
con las manos en la masa. El
próximo objetivo de Wendy es Dan
Mercer, un trabajador social que
ayuda a adolescentes con problemas.
La rápida emisión del programa que
acusa a Dan de pedófilo arruina su
vida, a pesar de que él proclama
desde unprincipio su inocencia. Pero
tal vez en esta ocasión Wendy se
haya precipitado a la hora de actuar,
porque los indicios que apuntan a la
culpabilidad de Dan son realmente
débiles.
Harlan Coben
Atrapados
Para Anne,
del tío más afortunado de este
mundo
PRÓLOGO
Sabía que abrir esa puerta roja
destruiría mi vida.
Sí, suena melodramático y
tremendista, cosas que intento evitar,
y la verdad esque no había nada
especialmente amenazante en esa
puerta roja. De hecho, la puerta en
cuestión era de lo más normal, de
madera y con una estructura de cuatro
paneles, como las que encuentras en
tres de cada cuatro casas de las
afueras, con la pintura gastada, un
picaporte a la altura del pecho, que
nadie ha utilizado jamás, y una
cerradura metálica.
Pero mientras caminaba hacia
ella, bajo laescasa luz de una farola
distante que apenas me iluminaba el
trayecto, el oscuro sendero parecía
dispuesto a tragárseme entero, y no
se me quitaba de encima una
sensación de desgracia inminente.
Cada paso que daba me costaba un
gran esfuerzo, como si no recorriera
una acera agrietada, sino un cemento
aún fresco. Mi cuerpo exhibía los
síntomas clásicos de una amenaza
latente. ¿Se me helaba elespinazo?
Pues sí. ¿Se me estaban erizando los
vellos? También. ¿Picores en la base
del cuello? Ahí estaban. ¿Cosquilleo
en el cráneo? Por supuesto.
La casa estaba totalmente a
oscuras, sin una sola luz. Chynna ya
me había prevenido. Pero ese
domicilio se me antojaba demasiado
mono, a la par que excesivamente
anónimo. Por algún motivo, eso me
molestaba. Y además, la casa estaba
aislada al final de uncallejón sin
salida, agazapada en la oscuridad
como si así mantuviese a distancia a
los intrusos.
No me gustaba.
No me gustaba lo más mínimo,
pero eso es a lo que me dedico.
Cuando Chynna me llamó, yo había
acabado de entrenar al equipo de
baloncesto de cuarto grado de
Newark. Mi equipo, compuesto por
chavales que, al igual que yo,
procedían de familias de acogida
(nos llamamos los Sin-Pas,diminutivo de sin padres, pues se nos
da muy bien el sarcasmo), se las
había apañado para cargarse su
ventaja de seis puntos a dos minutos
del final. En la cancha, como en la
vida, los Sin-Pas no resisten muy
bien la presión.
Chynna llamó mientras yo
reunía a mis jóvenes saltarines para
soltarles el rollo habitual tras el
partido, que solía consistir en
aportaciones tan trascendentales para
sus vidascomo: «Os lo habéis
currado», «La próxima vez nos los
cargamos» o «No olvidéis que tenéis
un partido el jueves»; y acabando
siempre con el grito de «¡A
arrasar!», algo que no solemos
conseguir jamás.
—¿Dan?
—¿Quién eres?
—Soy Chynna. Ven, por favor.
Le temblaba la voz, así que me
despedí del equipo y subí al coche.
Y ahora estaba aquí. Ni siquiera
había tenido tiempo de ducharme, y
el olor agimnasio se mezclaba con el
sudor del miedo. Bajé el ritmo. ¿Qué
me estaba pasando?
Para empezar, debería haberme
duchado. No sirvo para nada sin una
buena ducha. Nunca lo he logrado.
Pero Chynna se había mostrado muy
insistente. Me había suplicado que
estuviera allí antes de que nadie
llegara a la casa. Por consiguiente,
ahí estaba yo, con la camiseta gris
empapada en sudor y enganchada al
pecho,...
Regístrate para leer el documento completo.