Augusto Comte

Tegucigalpa – Los altos índices de violencia, delincuencia e inseguridad que abaten a Honduras tienen “prácticamente paralizados” a los y las hondureños, que estoicamente esperan que las nuevasautoridades gubernamentales cumplan sus promesas electorales en ese campo.
Asesinatos, asaltos a peatones, robo de vehículos, de teléfonos móviles, secuestros, el sicariato, son, entre otros, los delitosmás frecuentes en este país, uno de los diez países más pobres del continente americano.

Estos delitos parecen haberse incrementado en los últimos años, frente a la pasividad de las autoridadespoliciales y judiciales, y de un Estado que no cuenta con una política pública definida para hacerle frente a la problemática.

Organismos defensores de los derechos humanos coinciden que el fenómenode la violencia –en sus diversas manifestaciones- no es nuevo en este país, pero que se ha acrecentado de forma alarmante, ante la impasividad de los gobiernos de turno, que parecen no tener políticaspúblicas definidas para atacar el mal.

Casa Alianza de Honduras, señala para el caso en su último informe, que “la espiral de violencia es actualmente un problema de primer orden, que incluso enlos espacios de los diferentes medios de comunicación y de la vida social, supera flagelos como la pobreza, la corrupción, el desempleo y la conflictividad política”.

El mismo informe señala que laviolencia no es un fenómeno nuevo en la sociedad hondureña “pero en la actualidad pareciera que estamos ante un fenómeno que ha explosionado y alcanzado dimensiones casi incalculables”.


Es unfenómeno, agrega, que se puede evidenciar estadísticamente, no se puede medir a ciencia cierta la magnitud de la estela de dolor, sufrimiento y luto producto de la vorágine de la violencia”.

Ese dolorfue reflejado ayer por la madre de una niña de 13 años que fue asesinada en Tegucigalpa por delincuentes que le robaron su teléfono móvil. La mujer, entre lágrimas, clamó por una investigación...