Austen Jane Sentido Y Sensibilidad DOC
JANE AUSTEN
CAPITULO I
La familia Dashwood llevaba largo tiempo afincada en Sussex. Su propiedad era de buen
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Sentido y sensibilidad
Jane Austen
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tamaño, y en el centro de ella se encontraba la residencia, Norland Park, donde la manera
tan digna en que habían vivido por muchas generaciones llegó a granjearles el respeto de
todos los conocidos del lugar. Elúltimo dueño de esta propiedad había sido un hombre
soltero, que alcanzó una muy avanzada edad, y que durante gran parte de su existencia
tuvo en su hermana una fiel compañera y ama de casa. Pero la muerte de ella, ocurrida
diez años antes que la suya, produjo grandes alteraciones en su hogar. Para compensar tal
pérdida, invitó y recibió en su casa a la familia de su sobrino, el señor HenryDashwood,
el legítimo heredero de la finca Norland y la persona a quien se proponía dejarla en su
testamento. En compañía de su sobrino y sobrina, y de los hijos de ambos, la vida
transcurrió confortablemente para el anciano caballero. Su apego a todos ellos fue
creciendo con el “tiempo. La constante atención que el señor Henry Dashwood y su
esposa prestaban a sus deseos, nacida no del mero interés sinode la bondad de sus
corazones, hizo su vida confortable en todo aquello que, por su edad, podía convenirle; y
la alegría de los niños añadía nuevos deleites a su existencia.
De un matrimonio anterior, el señor Henry Dashwood tenía un hijo; y de su esposa
actual, tres hijas. El hijo, un joven serio y respetable, tenía el futuro asegurado por la
fortuna de su madre, que era cuantiosa, y de cuya mitadhabía entrado en posesión al
cumplir su mayoría de edad. Además, su propio matrimonio, ocurrido poco después, lo
hizo más rico aún. Para él, entonces, el legado de la finca Norland no era en verdad tan
importante como para sus hermanas; pues ellas, independientemente de lo que pudiera
llegarles si su padre heredaba esa propiedad, eran de fortuna que no puede considerarse
sino escasa. Su madre notenía nada, y el padre sólo podía disponer de siete mil libras,
porque de la restante mitad de la fortuna de su primera esposa también era beneficiario el
hijo, y él sólo tenía derecho al usufructo de ese patrimonio mientras viviera.
Murió el anciano caballero, se leyó su testamento y, como casi todos los testamentos,
éste dio por igual desilusiones y alegrías. En su última voluntad no fue ni taninjusto ni
tan desagradecido como para privar a su sobrino de las tierras, pero se las dejó en
términos tales que destruían la mitad del valor del legado. El señor Dashwood había
deseado esas propiedades más por el bienestar de su esposa e hijas que para sí mismo y
su hijo; sin embargo, la herencia estaba asignada a su hijo, y al hijo de éste, un niño de
cuatro años, de tal manera que a él lequitaban toda posibilidad de velar por aquellos que
más caros le eran y que más necesitaban de apoyo, ya sea a través de un eventual
gravamen sobre las propiedades o la venta de sus valiosos bosques. Se habían tomado las
provisiones necesarias para asegurar que todo fuera en beneficio de este niño, el cual, en
sus ocasionales visitas a Norland con su padre y su madre, había conquistado el afecto de
sutío con aquellos rasgos seductores que no suelen escasear en los niños de dos o tres
años: una pronunciación imperfecta, el inquebrantable deseo de hacer siempre su
voluntad, incontables jugarretas y artimañas y ruido por montones, gracias que
finalmente terminaron por desplazar el valor de todas las atenciones que, durante años,
había recibido el caballero de su sobrina y de las hijas de ésta.No era su intención, sin
embargo, faltar a la bondad, y como señal de su afecto por las tres niñas le dejó mil libras
a cada una.
En un comienzo la desilusión del señor Dashwood fue profunda; pero era de
temperamento alegre y confiado; razonablemente podía esperar vivir muchos años y,
haciéndolo de manera sobria, ahorrar una suma considerable de la renta de una propiedad
ya de buen tamaño, y...
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