AUTOBIOGRAFIA 1977 1

Roma, 1977
Son muchas hijas las que desean tan siquiera una sucinta relación del cómo, el por qué y cuándo fue concebido en mi mente esta Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, y saber los fines específicos de ella en la Iglesia Universal.
Será así, algo muy sucinto lo que escribiré. Los años han pasado, hijas, con sus inmensas alegrías y sus penas profundas; ambas,espero, enraizadas en Corazón Sacratísimo de Jesús, nuestro Baluarte, nuestro Guía infalible y... nuestro todo. Con él, nuestra dulce Madre, Reina y Patrona: santa María de Guadalupe.
Remontarme ya, a estas alturas a los años en que en la paz del buen Dios mi alma vivió 16 años en la clausura, de mi amado convento del Ave María, de Clarisas del Santísimo Sacramento, la verdad es mucho pedir, notanto a la memoria, que aún tengo muchísimos hechos muy presentes en mi memoria, pero sí, al poco tiempo de que dispongo para hacer esta relación.
Bien es sabido de muchas de ustedes, hijas es el que, si yo ingresé a una Orden de clausura, fue por el deseo inmenso de imitar, en la medida de mis fuerzas, a mi santita predilecta: santa Teresita del Niño Jesús, ya que, en la lectura de «Historia deun alma», no sólo encontré mi vocación, sino a Dios de una manera muy especial en mí, quien, por su espíritu me enseñaba momento a momento lo que debía hacer; me llevaba por el camino de la mortificación, de las privaciones, y también de penas interiores my intensas, casi siempre por la causa del deseo inmenso de pertenecerle del todo, y no poderlo realizar por las persecuciones religiosas deMéxico, las cuales combatieron a la patria del 1926 al 1931.
Estos años de clausura en mi propia casa me fueron de grande utilidad, pues el buen Dios fue preparando mi alma a una vida intensa de contemplación, siendo par mí la oración el anhelo más grande de mi alma; algo así, como el agua para el pez; sin ella no podía vivir. Y, con la anuencia de mi director espiritual, a quien de cuando en cuandoescribía, me formé un horario, que cumplía fielmente, y este comprendía de 8 a 9 horas diarias de oración, incluyendo las dos Misas que diariamente oía, terminando con 2 y media o 3 horas de oración por la noche, hasta las 12. Pero unas de las horas de oración en las que más gozaba mi alma fueron aquellas que hacía, por ejemplo en Mazatlán (en donde mi papá fue Juez de Distrito), al atardecer,contemplando el mar desde una de las terrazas de casa, con la vista maravillosa de crepúsculos deliciosos, espléndidos, en donde el sol parecía bañarse en las olas, cuando estas subían y bajaban al flujo y reflujo.
Lo que en esas horas íntimas y a solas con mi Dios, él decía a mi alma, no se pueden expresar. ¡El Amado, el más enamorado de todos los amantes, sabe muy bien como conquistarse loscorazones cuando estos se le brindan de verdad y anhelan ser suyos por entero! Pero también que ingente trabajo, por así decir, es el del Espíritu, cuando tiene que empezar a desgrosar todos los defectos, fallas, y manchas que se han adherido al corazón, al alma que, El desea purísima, para que le pertenezca por entero. El trabajo aquí del alma, es dejarse hacer, ponerse incondicionalmente en manosdel Artífice divino. Creo que, con la gracia de Dios, fui fiel a sus divinas inspiraciones.
¡Cuánto iba comprendiendo en esas horas de oración!
Cuánto dolor en él por no haber sido, desde siempre, lo que en esos momentos anhelaba. Eran horas esas de íntimas comunicaciones, no sólo del hijo pródigo que recibe el beso de perdón del Padre, sino también el beso del Amado, el beso del Esposo a laesposa que, comprendiendo y sintiendo en esos momentos de una manera más especial su grandísima indignidad, se deja querer, sentir las caricias de un Dios amor, que no ve la bajeza de la amada, sino que solamente quiere hacerla suya, y para esto la va despojando de una manera muy especial y delicada de todo lo que no sea él.
¡Horas deliciosas de oración solitaria con el Amado! ¡Cuando las...