Autores Tucumanos

Páginas: 27 (6655 palabras) Publicado: 24 de agosto de 2015
ABANDONADOS(1981) (Octavio Cejas)
Meses atrás, unos ingenieros que habían pasado recorriendo esos lugares, al tiempo que recogían datos para la erradicación de los pobladores, les habían prevenido: "...y en el próximo verano, cuando llueva en los cerros del Aconquija, estos terrenos desaparecerán bajo las aguas". Ante los ojos llenos de obstinada incredulidad de los lugareños, extendieronplanos, mapas y cotas de altura.
La advertencia venía cumpliéndose. Ya quedaron sepultados Río Hondito, La Grama, parte de Sol de Mayo y el Tobar. Ahora, el puesto de Yalapa es el que se ve amenazado.
Febrero, diluvial, llega a su fin. Desde la primera quincena braman crecidos los ríos vecinos y por el aumento del caudal se oye un ruido sordo y constante que de noche se hace más patente. Comenzaronborrándose algunas hondonadas y por los cauces del Gastona y del Marapa el líquido avanzó cuadras adentro. No quedan dudas: el dique del Río Hondo embalsa las aguas de los ríos tucumanos.
El día anterior, los moradores de Yalapa habían visto pasar rumbo al oeste, hacia tierras altas, algunos animales de monte: vizcachas, corzuelas, liebres y hasta algunas víboras. Los pobladores más antiguos recordabanque lo mismo había sucedido hacía añares, durante un incendio en los montes abajeños.
Hacia Santiago, al naciente, sólo se ven las copas de algunos algarrobos y mistoles.
- Ya ve usted, doña Fortunata, parece mentira tanta calamidad - reflexiona Brígido Lucero, su marido.
- Así es, hombre - responde casi indiferente la mujer mirando sin pensar hacia el Este.
Al parecer fue inútil la invocaciónque se hizo. Sobre una mesa, bajo la enramada de la galería, habían colocao un santo en bulto rodeado de estampas y velas. Rezando arrodillados suplicaron que evitaran la inundación. Sin embargo, reverberaba cada vez más cercano.
Ese mediodía vieron cómo la brillazón avanzaba hacia ellos. Sin dudas las aguas no delataban su avance, pero se venían. De no evacuar el rancho esa tarde, sería difícilhacerlo al día siguiente. ¿En qué llevarían los trastos, si en la pobreza en que transcurría la vida de los puesteros, sólo contaban con una vieja haipa a la que ataban dos burros flacos?
- ¡Ah! parece que alguien se acuerda de los amigos - dice esperanzado Lucero. Es que momentos antes había sentido el traqueteo de ruedas de un carro.
Precedido por sus gritos y los perros, momentos después llega elcompadre Jordán Argañaraz.
- Para churo y machazo, mi compadre. Sólo a él se le puede antojar venir por estas huellas y con este tiempo - comenta el dueño de casa.
Después de intercambiar saludos y ante la invitación de Lucero, el recién llegado baja de su mular.
- Qué lo trae por estos lados? - inquiere Brígido.
- T...nada... casi nada, la inundación. Habrá que apurar si queremos salir con vidade ésta.
- ¡Bah! Ya ha de bajar.
- ¿Bajar?, ¡Cuando...! No hay día que no pasen carros cargados con gentes, como si fueran a la zafra. Hasta tropas se han visto. Van huyendo de las aguas. Ya se marcharon los Zelaya, que vivían en Trampa Sacha; Nicéfora Geréz, la de Potro Yacu; el patón Brito... Ucacho, que ya hizo charqui se va esta mañana.
Al fin, Jordán, los impuso de los riesgos y los convencióa salir cuanto antes del peligro, repitiendo la prevención: "Con el agua y con el fuego, no se juega". Para reforzar sus palabras refirió que en el Bajo del Chañaral, el líquido le había llegado a la cincha de su sillera, que el carro se le había empantanado y que a fuerza de cuarta pudo hacerlo cruzar. También contó que con el pilón Barraza habían convenido que en caso de necesitar les enviaríauna parada de mulas y que él estaría listo para dalres una mano en El Paso de los Chumucos.
En silencio cargaron las pertenencias: los catres, las bateas, el torno de amasar el pan... Así, uno a uno fueron colocados en la caja del carro los escasos enseres. Del eje colgaba atado un mortero de algarroba negro.
El rancho queda intacto. En Niogasta, hacia donde se dirigían, también había árboles...
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