Autoridad Docente


Septiembre de 2013


http://www.revistalatia.com.ar/archives/1603
Sección Personal Teacher / por Estanislao Antelo
Como muestra sobra una reunión
Reunirse es una de las tareas ineludibles de la vida profesoral. Hay reuniones para todos los gustos, de todo tipo, tamaño y duración. Ignoro el número anual de reuniones per profesor, pero estimo que superan las cincuenta. Mientras que en elinicio del ciclo lectivo son numerosas, entusiastas y exitosas, decaen a medida que se avizora el solaz vacacional. En tanto ocupan un tiempo considerable del trabajo docente, merecen algún tipo particular de atención. En casi todas las reuniones universitarias hay un jefe o un coordinador. Si no lo hay, alguien se ofrece: es la archiconocida “voz cantante”. Si bien es cierto que como muestra bastauna reunión, voy a detenerme en tres de ellas.
Reunión I:
La situación es harto familiar. Unas cuantas personas mayores y sobreducadas escuchan con atención variada a un director. A simple vista, se ve que se trata de un adulto con cierta cuota de poder. A su lado, en la tarima situada al frente del salón de actos donde se lleva a cabo la tertulia, hay otros adultos muñidos de papel, lápiz ycontrol remoto. Adláteres. Por supuesto, no falta el café, el power point y los cuadros de doble, triple y cuádruple entrada.
Llamativamente, el tono del mandamás es extemporáneo: mezcla el sermón con la arenga y la amenaza. Al parecer, la tropa no cumple en tiempo y forma sus obligaciones. El director -que a esta altura se ha convertido en un jefe de personal- usa vocabulario jurídico: reglamento,obligación, normativa, incompatibilidad… reglamento, obligación, normativa, incompatibilidad. Sólo falta que use la palabra “inmoral”.
Por un lado, me sorprende semejante actuación. No esperaba nada de eso. Creí que entre la progresía universitaria ya no existían los jefes, los mandones, los Stalins, los crueles, impíos y ciegos a las demandas de los débiles, los amantes de las instrucciones,los profetas del deber ser. Por el otro, me sorprende más el tamaño de mi propia indiferencia y la de muchos de los silenciosos y resignados participantes que, consultando sus respectivos celulares, la comparten. Anoto en mi libreta la palabra desdén. Me prometo indagar su rumbo. Todavía en la reunión, llego a pensar que no está mal compartir el desdén. Al fin y al cabo, hermana y proporciona unavaga alegría. Sin embargo, vacilo en levantar la mano y recordarle al director que no es un Fhurer y que la disciplina se ha vuelto demodé, que existe el trabajo en equipo, Peter Drucker, Steve Jobs, Stamateas y The Wall… Ahora que lo pienso, tal vez se trate del último director en la tierra, quien sabe. Tendría que haberlo fotografiado. Capaz que en su casa lo retan. No sé. El hecho es que, entanto heredero del agobio institucional, tengo derecho a protestar. Pero no, no hago nada de eso. Guardo el intento para otra ocasión; total, abundan las reuniones con directores o coordinadores y los libros de autoayuda. Siempre existe otra reunión, es decir, otra oportunidad.
Reunión II:
La situación difiere en varios puntos. Somos menos, apenas una docena, y la coordinadora no intimida. Su tonoes gentil y ameno. Apenas interviene y cuando lo hace es con educación y bonhomía. Ninguna amenaza o exabrupto similar. También hay café, pero además medialunas. Nos reparte unas hojas que recorremos velozmente con la vista, cada uno interpretando su propio estilo de fruncir el ceño. Nos pregunta una y otra vez si tenemos algo que aportar a la reunión. Su actitud sabe a cordialidad y confianza.Circulan palabras proactivas. No se ve ningún reto por venir, no parece haber miedo. Aunque más allá de que en la reunión no se alcance a ver con claridad cuál es el objetivo, no hace falta mirar el celular. En este caso, el dato llamativo radica en que quién desea tomar la palabra, no manda ni coordina. Es apenas una joven profesora formada, entre tantas otras profesoras formadas. Una joven vieja....