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ILUSTRAGIUM DE GABRIELA
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EDITORIAL 216-ZAG
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Empresa Editora Zig-Zag.
- Santiago
de Chile.
Ayer por la mafiana, aquí en la ciudad de San
Agustín de Tango, (1) VI, por fin, el espectáculo que
tanto deseaba ver:guillotinar a un individuo. Era ia
víctima el mentecato de Rudecindo Malleco, echado a
prisión hacía ayer seis meses por la que se juzgó una
falta imperdonable.
Hela aquí:
Rudecindo Malleco era un hombre como todos.
Como todos los hombres, un buen día contrajo matrimonio. Escogió como compañera a la que es hoy su inconsolable viuda, la triste Matilde Atacama. Rudecindo Malleco experimentó desde laprimera noche una
sorpresa agradabilísima. Y a por sus amigos sabía que
todo aquello finalizaba por un goce muy marcado, mas
nunca se había imaginado que fuese a tal extremo. Lo
encontró tan deleitoso que era todo un problema arrancarlo del lado de su esposa y cuando iba por las calles
sonreía el muy puerco con tal lubricidad evocando a
su Matilde, que muchas púdicas doncellas enrojecían
depudor.
Pero hete aquí que los años empezaron a pasar
para el pobre Rudecindo con el mismo ritmo inexorable que para cualquier otro ciudadano de esta ciudad
o de cualquier otra y, como es natural, las fuerzas del
buen hombre empezaron a sentirse afectadas.
En un comienzo, la dicha le sonreía a cada instante. Luego vióse en la necesidad de llamarla con
mayor parsimonia. Luego tuvo quecontentarse a que
la dicha - dama deviniendo de arrogancia suma 1
1
s en cualquier página cualquier
frase. Otro me dice solicitándomelo: “A ver, a ver”.
Lo hojea con el entrrcejo fruncido y yo atisbo su expresión. Esto dura varios días, semanas. Nadie lo lee,
pero se vive en su atmósfera. Al cabo de un mes, cada uno de nosotros da una conferencia sobre libro y
autor. Es el s2gundo medio.
Muybien. Pero nadie me podrá negar que el primer medio es el que indefectiblemente emplean los
ornitólogos y el resto, y que el segundo es grato, gratísimo, a los malos poetas.
Hágome ornitólogo : hago una acabada descripción del barrigudo de pies a cabeza, peso, altura, estado social, pasado, presrnte, intenciones futuras, presión arterial, anhelos, dolores, cuenta corriente y iqué
sé yo! Pienso.En verdad, no resulto como ornitólogo.
Soy mal poeta: rondar6 a su alrededor, cruzaremos una que otra palabra, atisbare sus gestos en el café, en el tranvía, en la calle, cuando está solo o con
amigos. con su mujvr, con su chico, cuando pasa el
regimiento, cuando pasa una muchachita roja envolviéndolo en verde invisible en medio de la avenida Be-
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nedicto XX. Y llamaré a mí,vagamente, vagamente,
allí en esa región intermedia entre la conciencia y la
subconsciencia, a muchos vagos escritores de tiempos
vagos que hayan a s u V E Z perseguido barrigones y lo
hayan hecho algo mejor de lo que yo lo haré. Así conoceré la vida gorda de los buenos gordos de las grandes urbes. Y escribiré.
Si, pero, ¿y el gordo de allí enfrente? Ha vuelto
el reloj a tocar otro tiempoperdido. Y mi santa mujer, bisn junto a mi, en la sala de espera, espera.
j O h , Dios! ¿Cómo obsrrvarán los hombres de talento? Como sea, calma y serenidad y, sobre todo, procedamos por orden.
Empecemos por delimitar al gordo: al norte, el
extremo de su hongo; al sur, el extremo de sus botas;
al oriente y poniente, el extremo contorno de: sombrero, orejas, cuello, hombros, brazos, caderas,muslos,
piernas, pies. El total, negro. Sobre este negro: mancha aceitosa del rostro, mancha blanca de la camisa, mancha.. . (Esto se desmorona hacia la ornitología, pero, e n fin, el barrigón h a quedado delimitado).
Observemos. Vamos al norte. El sombrero. Pero el sombrero no es ei gordo sino del gordo. Y si observo el
s~nibrero,
veo su copa que no es el sombrero sino del
sombrero. ¡Alto!...
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