Aztecas

Páginas: 88 (21935 palabras) Publicado: 27 de octubre de 2015
GoNZALO VIAL

CoRRliA

DECADENCIA Y RUINA DE LOS AZTECAS

"En tanto que el mundo
exista, ¡amAs debertÍn
olvidarse la gloria Ij el
11Onor de México-Tenoclititlán"
CHl:~'lALf'AHI'"
QUAUHTLEHUANITZI.N

"Permanezca, pues, el nombre Ij memoria
de quien conquist6 tanta tierra , convirtió
Il1ntas personas, derribó tantns dioses, impidió tanto sacrificio y comida de hombres".
Lof'EZ

1.-

DE

GoMARA.

UNENIGMA Hlsroruoo.

Rápido ascenso, caída vertiginosa: esta es la historia de la cultura aztecal.
Mediando el siglo XIV, los mexicas de Tenochtitlán eran una
tribuna pcquelia y rústica sometida a los tepanecas de Azcapotzalco.
Habitaban un diminuto archipiélago scmiartificial en la laguna de
Te"¿coco. Y ni siquiera tan exiguo terreno les pertenecía por entero:
debían compartirlo con Tlatelolco,una ciudad rival. Subsistían comerciando con los riberanos en productos del lago: peces, aves acm'tticas y aún sabandijas ..
Ciento cincuenta años después.
¡qué transformaci6n!
¡Por "cultura" y "ciyilización". ténninos que en
indistintamente, en tendemos sólo el conjunto de fonnas de
pirituales, que caracterizan a UII pueblo dado durante un
histórico. En la especic, a [os aztecas al comenzar elsiglo

95

este ensayo se USoLn
vida, materiales y esdeterminado momento
XVI.

tos aztecas son los dueños del Valle del México. Han arrasado el poderío de Azcapotzalco. Tlateloloo es ahora un simple barrio
de Tenochtitlán. Tezcoco, la ciudad del rey-poeta Netzahualcoyotl,
también ha doblegado la cerviz ante los mexicas. Las annas de éstos
llegan hasta el Golfo y hasta el Pacífico; hasta AméricaCentral y
hasta la misteriosa "tierra caliente" del Pánuco.
De todos los rincones del Imperio, afluyen a Tenochtitlán los
tributos de los vencidos. Oro, telas y ropas de algodón o fibra de
áloe, calzado, jade, turquesa, ámbar, cristal, armas, joyas, caucho, papel, plumas de aves tropicales, maíz, cacao, miel de magüey o de tuna, tabaco, vasijas, maderas, muebles ... son el precio de la paz con laCiudad del Lago y sepultan a ésta, valga la expresión, bajo un alud
de riquezas.
Tal embriaguez repentina de poderío y opulencia engendró
una próspera civilización material y dio alas a una brillante cultura.
La primera se reflejaba especialmente en la capital mexica.
Al comenzar el siglo XVI trescientas mil, y quizás más, personas la habitaban. Sus edificios, pintados de rojo mate o blanco brillante,y rodeados de floridos jardines, relucían como joyas en las aguas del lago. Por sobre éstas, tres calzadas -que servían a la vez de dique contra
las inundaciones- unían Tenochtitlán con la tierra firme. Eran tan lar
gas, que una medía ocho kilómetros; tan llanas como la palma de la
mano; tan rectas como una lanza y tan anchas, que solían caber por
ellas ocho jinetes de frente. Amén de lascalzadas, dos ingeniosos acueductos atravesaban el lago y abastecían de agua dulce, traída desde
la ribera, a la capital mexica.
Dentro de ella, la actividad era deshordante. Un comercio IICtivísimo tenía su centro en la plaza de Tlatelolco. M iIlares de canoas
10 alimentaban, entrando a la ciudad por canales paralelos a las calles. Los días de feria se rcunían de veintinco a cincuenta mil personas en laplaza mencionada, a disputarse los productos de todo el
mundo conocido, que allí se desplegaban con orden perfecto, disciplina rigurosa y ejemplar limpic'l.a.
Junto al centro comercial, el cortesano y reli~ioso: la gran plaza (el Zócalo de la moderna Ciudad de México). Aquí se levantaban
los tcmplos y palacios, orgullo de la arquitectura azteca.
Entre los primeros, destacaba el adoratorio común delIuitzilopochtli -el guerrero 'dios-colibrí"_ y Tlaloc, la divinidad agrícola,
con sus capillas gemelas y sus ciento y tanto escalones de acceso.
Otro templo famoso era el dedicado a Quetzalcoátl ("serpiente emplu96

mada"), edificio circular, cuya puerta semejaba las fauces abiertas de
un inmenso reptil.
Al esplendor sagrado de los templos, se oponía en la gran plaza el esplendor profano de...
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