Azua
Un país vivo en el recuerdo
La construcción del pantano asociado al discurrir del río Zadorra supuso la desaparición del municipio de Ganboa y de muchos de sus pueblos, hoy sólo vivos en el recuerdo de sus supervivientes. Las aguas esconden parte de la historia de este territorio.
Una vista del pantano de Ulibarri-Gamboa, con unas excepcionales posibilidades de ocio.Durante la gran sequía que padeció el territorio histórico entre 1988 y 1990, las aguas que anegaron el valle de Ganboa bajaron hasta cotas nunca vistas en las tres décadas y media que, por entonces, tenía de vida el pantano de Ullibarri. Los antiguos habitantes de aquel valle que pudieron hacerlo, regresaron a él para transitar por aquellos caminos que habían quedado en seco, que tantas veces habríanrecorrido en otros tiempos.
La construcción del embalse del Zadorra, en los años cincuenta del pasado siglo, cambió drásticamente la fisonomía de la Llanada. El histórico municipio de Ganboa fue borrado del mapa y muchos de sus pueblos -Mendizabal, Zuazo, Orenin, Azúa, Nanclares, Larrinzar, Garaio- desaparecieron bajo las aguas del pantano o quedaron deshabitados o convertidos en simplescaseríos por falta de tierras para trabajar. Sólo dos concejos, los de Marieta y Mendixur, sobrevivieron más o menos en su integridad, siendo adscritos sus territorios al municipio de Barrundia.
Los antiguos caminos que unían estas aldeas, desaparecieron también bajo las aguas, junto a los ocho puentes que salvaban el Zadorra. Pero también desaparecieron las esperanzas de sus habitantes, sus recuerdosunidos a aquellas piedras, a aquellos parajes, a las torres de las iglesias, a los cementerios, a las pequeñas escuelas, al Ayuntamiento con su anacrónica cárcel en Azúa, a los molinos harineros y a las fuentes como la de las brujas, también llamada Lamiturri o Mariturri en la lengua del país.
No es cuestión de entrar en la necesidad del embalse o en si, por aquel entonces, se podría habersolucionado de otra manera el problema del agua para Bilbao. Hoy el pantano del Zadorra, aunque sea algo artificial, constituye parte del paisaje. En aquellos tiempos hubiera resultado heroico no ya oponerse, sino simplemente cuestionar los designios de la superioridad. El texto de la concesión para la construcción del embalse, expresaba explícitamente, en farragosa prosa oficial, que "los problemas quese planteen como consecuencia de la expropiación de las propiedades y derechos que resulten afectados, deberán ser previamente estudiados en todos sus aspectos, económicos y sociales, con la finalidad de que los daños que se irroguen a los habitantes de la zona inundada o perjudicada por los embalses sean compensados con espíritu de humanidad y justicia, debiendo subvenir el concesionario a todoslos gastos que se puedan originar con motivo del traslado de la población sobrante a zonas de regadío ya establecidas o de otras nuevas, el cual deberá comprender también los elementos necesarios para dotarlas de las debidas condiciones de habitabilidad y de medio de vida, sustitutivos de los que antes poseía el citado vecindario, siempre que éste se acoja voluntariamente a los referidosbeneficios no previstos en la vigente ley de Expropiación Forzosa".
Papel mojado, nunca mejor dicho. A los aldeanos se les dio cuatro perras en concepto de expropiación y se les obligó a buscarse la vida, lo que la mayoría hicieron en los pueblos de alrededor o en Vitoria, acogiéndose a un desarrollo industrial que entonces se iniciaba.
Las expropiaciones eran ejecutadas por la ConfederaciónHidrográfica del Ebro, como autoridad competente. Los ingenieros de la CHE citaban a los propietarios o sus representantes, por medio del Boletín, en las mismas fincas, con el fin de medirlas y levantar las actas correspondientes, mientras los campesinos continuaban trabajando sus tierras hasta el último momento, aferrándose de manera desesperada a lo que había sido su vida de siempre y la de sus...
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