Azul

Azul metálico.
Un regalo, aquello que significa “ojala te guste”, un “mira, pensé en ti” o incluso más, un escaso y escurridizo “te quiero”, debiera ser sucedido con idolatría frente a quien nos lobrinda, quizás por cortesía o quizás por un verdadero agradecimiento que involucre entregar a cambio una tímida pero invaluable sonrisa. El regalo, desde que era niño, siempre lo percibí como unamuestra de aprecio, algo que se hace voluntariamente, siempre teniendo en cuenta dar sin esperar nada a cambio, porque sea grande o pequeño, lindo o feo, el valor de dicho presente es una muestra decariño, aprecio, amor, consideración, que estimula nuestros sentidos y emociones haciendo florecer ese exquisito sentimiento de complicidad que envuelve tan cálidamente la situación como aquelloscoloridos papeles que nos esconden aquel misterio tras una caja adornada delicadamente con una cinta tan llamativa que nos encandila a tal punto que se nos olvida respirar.
Mi primera bicicleta, ese regalogeneralmente de parte de nuestros padres, es sin pensarlo dos veces el regalo que marcó en mí la transición entre “materialismo infantil inconsciente” y el “cariño materializado” y que generó tangraciosos comentarios como el típico “está tan grande” de mi tía y el “cuidado al llegar a la esquina” de mi mamá. El precio ya no personificaba el cariño que escondía el regalo, sino su valor simbólicoera el que realmente importaba al disfrutar de tan memorable regalo.
Las razones al porqué de una bicicleta en navidad son desconocidas, quizás por una declaración de inocente independencia, porfalta de creatividad o por pura tradición. Lo único cierto es que “mi bicicleta azul” significó físicamente la constante confianza que mis padres siempre han tenido en mí…en fin, la típica relaciónpositiva y estereotipada que se da entre padres y su “inmaculado” hijo único.
La recuerdo perfectamente, aro 16 y luminosos, campanilla, un amplio manubrio, las negras y oxidadas “rueditas de los lados”...