Bachille
Liddle luce melena enmarañada,vaqueros cortos, pies descalzos, tatuajes profusos y una intensa cara de lástima, y se erige en portavoz de un discurso doliente de puro emotivo. Hay algo de lamento permanente en el repertorio de Shallowbed, primer disco de una banda abonada a esa melancolía tan reveladora de nuestros días. Es una pena que estremece y hurga en los lacrimales, que se convierte en un antídoto de belleza frente a tantasincertidumbres septembrinas.
Hubo momentos bucólicos en esos 55 minutos inolvidables de ayer y una fabulosa introducción a tres voces, sin amplificación, de Weights & measures, pero no todo huele acampiña en Dry the River. Concurren también cambios de ritmo, acordes raros, estribillos adorables (New ceremony) o pequeñas tormentas de ruido guitarrero, con un arrebato final de locura (Lion’sden) en el que Peter y su guitarrista, Matt Taylor, se convierten en dos insólitos Angus Young del melodrama.
El precioso debut español de estos cinco pipiolos que parecen salidos de una comuna hizoirremediable sombra a Los Campesinos!, un septeto galés muy apreciable, de sonido directo y revitalizador aunque poco propenso a salirse del guion. Los de Cardiff saben hacer canciones instantáneas,...
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