Bachiller En Ciencias

W&E, 20110


1er. Capítulo ~ El retorno


¿Por qué la noche tenía siempre que parecerme tan vacía? Es decir, adoraba las noches de cielo limpio e intenso, sin ni una sola estrella y con la media luna brillante, pero desde hacía tres meses ni la compañía de la luna llena podía lograr que me sintiera menos sola.
Además, esta noche en particular era demasiado calurosa para mi gusto.El otoño no solía ser tan caliente, más bien se caracterizaba por las fuertes brisas que todos los años se colaban a través de cualquier resquicio en mi ventana cerrada. Pero hoy, aún con la ventana abierta de par en par, no sentía ni una pizca de frío, y ni las largas cortinas de tul de mi habitación se encontraban ondeándose por el viento. Tal vez eso se debiera a que apenas estaba empezandoesta estación del año, pero sería extraño haber pasado por una semana llena de brisa, y que hoy fuera diferente.
Me revolqué en mi cama, buscando una posición en la que me sintiera cómoda. Me quedé mirando fijamente el cielo sin estrellas, con la pequeña media luna tan brillante que iluminaba toda mi habitación. Podía ver con claridad el pequeño escritorio cerrado, y junto a él, mi armario llenode ropa que, por lo menos la mitad, no utilizaba. Del otro lado estaba la puerta de entrada, y al frente de ella, la puerta abierta del cuarto de baño. No me gustaba para nada dormir con la puerta del baño abierta, no recordaba si era porque mi madre alguna vez me había comentado algo de que traía malas energías.
Solté un suspiro prolongado. Mi madre. Susanne había sido la mejor madre quecualquier persona pudiera pedir. Hasta que había muerto tres meses atrás. ¿Había muerto era el término correcto? Creo que “había sido asesinada” era una mejor expresión. Pero nadie pensaba que había sido asesinada directamente, pues la explicación había sido una bala perdida. El asesino se hallaba encerrado en prisión, pero yo seguía sin creer en lo de la bala perdida. No lo podía creer porquesimplemente un balazo en el medio de la frente era demasiada casualidad.
Apreté los párpados hacia abajo con fuerza. No podía seguir dejando a mi mente divagar. Tenía que dormir. El reloj digital despertador que reposaba en mi mesita de noche indicaba que eran las dos de la madrugada. En cinco horas tenía que despertarme, como máximo, y sabía que si no las descansaba completas, no iba a rendirdurante el día. Entonces, poco a poco, fui dejando relajarse a mis músculos, para buscar la comodidad con eso. No es que funcionara demasiado bien, pero al menos me sentía un poco mejor. Luego de unos minutos, la inconsciencia me llevo consigo.


Todo seguía exactamente igual en el aula de Literatura, que era mi primera clase del día. Lo único que cambiaba era que el enorme pizarrón verde oscurode tizas había sido sustituido por una pizarra de acrílico blanco, de marcadores. Del resto, las paredes seguían estando cubiertas con los afiches de las grandes obras literarias favoritas del profesor Wallok, y había más o menos la misma cantidad de pupitres agrupados en filas.
Yo ya estaba sentada en mi pupitre de costumbre, ubicado al final del salón, en la esquina derecha, esperando, comootros alumnos que ya habían llegado y parloteaban entre sí, a la llegada del profesor para dar inicio a la clase. Pero no podía mantener los ojos abiertos y la mente concentrada, pues el sueño acumulado acababa de recaer sobre mis débiles resistencias. Coloqué la cabeza entre mis brazos cruzados sobre el tablón del pupitre, y cerré mis ojos, cayendo brevemente en un ligero estado de somnolencia. Lapuerta del aula se abrió y volvió a cerrarse, pero yo no alcé la cabeza. Si se trataba del profesor Wallok, en menos de un minuto me enteraría.
—Muchachos —dijo la voz aterciopelada que no tenía deseos de escuchar aquella mañana—, acabamos de comenzar el año y sus caras dejan mucho que desear. Vamos —se escucharon unas suaves palmadas—, despierten, literalmente.
Sentí, con una punzada...