bachiller
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Proceso del Pensamiento Venezolano (1940)
Además de los libertadores hay algunos rostros que, frente a la gran tragedia y el azaroso vivir al día de la historia política venezolana, representaron la previsión, la prudencia, la búsqueda de un pensamiento nacional afincado en la realidad de nuestra existencia histórica y servidor de ella. Dos grandesgeneraciones ha conocido hasta hoy la historia de Venezuela, la de aquel puñado de audaces que realizaron la Independencia, y la de aquellos más tranquilos pero no menos inteligentes cuyo doloroso testimonio de la tierra quedó expresado, por ejemplo, en los discursos y discusiones de la Convención de Valencia en 1858. Buscando el instinto más que la reflexión, hemos solido olvidar el pensamientode los héroes civiles —Gual, Fermín Toro, Valentín Espinal, Juan Vicente González, Cecilio Acosta— que supieron ver como pocos, y teniendo la esperanza, de mejorarla, la oscura y tumultuosa verdad autóctona. Después de ellos o simultáneamente con ellos —como en la dolorida y recoleta existencia de Cecilio Acosta— comenzó la era de los “caudillos únicos”, de los “césares democráticos”, bajo cuyoreinado el pensamiento nacional perdió su fuerza creadora y combativa o se ocultó y proliferó en el matorral de la inofensiva retórica. Dice Harold Lamb que Gengis Khan, el terrible jefe de las estepas asiáticas, gustaba rodearse de los letrados chinos, no precisamente para escuchar sus consejos, sino porque aquéllos sabían iluminar en oro, en rojo y en azul los más bellos manuscritos. Letrado ydibujante eran términos casi sinónimos en el tiempo de Gengis Khan. Y el “jefe” que no comprendía ni se interesaba por el pensamiento, era extraordinariamente sensible a la bella caligrafía. Un manuscrito iluminado le parecía tan hermoso como una silla de montar, unos bien labrados estribos o aquellos cráneos de los enemigos muertos que con su pie de plata eran las copas más apetecibles. Así,bajo el reinado de los “césares”, los intelectuales venezolanos solieron llamarse “orfebres”, coleccionistas de adjetivos, optimistas y alabadores profesionales que trabajaban el pensamiento como los talabarteros y los calígrafos de Gengis Khan. Hay algunos libros documentales que expresan esta era sombría de sumisión y miseria de la inteligencia venezolana: una jira de Castro por los Estadosdel interior “sincronizada”, diríamos hoy, por los más retumbantes discursos, y el pequeño libro en que Morantes se complació con humor triste en apresar y recoger, como un herbario, las adulaciones más sonadas que había merecido el Restaurador. Bajo Gómez fue la época del soneto y de la sociología; el soneto tenía como tema la paz del “Benemérito”. . . Paz de las vacadas en los potreros deAragua, de las carreteras y la prisión civil. Muchos venezolanos —que no sabían hacer otra cosa— hicieron sonetos. En cuanto la sociología, al servicio del César, con su revestimiento de cientificismo pedante, de mal aplicadas ideas de Taine o de sociólogos de menor cuantía que ya estaban completamente trasnochados o superados en Europa, propagó una resignación impotente cuya influencia deletérea enel espíritu nacional examinaremos después. En el pesimismo, la alabanza fácil y la conformidad ante un estado social desventurado como era el de nuestro país, se olvidó aquel pensamiento constructivo que tuvo la generación de la Independencia y que fue el mensaje intelectual de un Fermín Toro o de un Cecilio Acosta.
Desposeído el escritor criollo de toda misión social, no tuvo otro destino —siquería ser limpio y honesto— que evadirse por las rutas de la fantasía, verter en fábulas su dolor del tiempo presente. Para algunos, siguiendo el viejo ejemplo de Juan Vicente González, la historia era como un castillo recóndito donde encerraban su callada y amarga protesta. Es el caso de ese como último discípulo de Rousseau y heredero de la tradición de don Simón Rodríguez, que se llamó...
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