Bachiller
Ya en este momento surge una cuestión, que quizás en otras épocas podía parecer algo obvio, pero que en la situación actual se hace necesaria: ¿por qué hay que moderar lo agradable? Si un niño hiciera esta pregunta, posiblemente la respuesta queencontraría, sin que su padre o su madre reflexionaran mucho, sería «porque hay cosas que si no se moderan hacen daño» De acuerdo, pero, sin pretenderlo, ya se ha restringido el ámbito a «algunas cosas», y el daño mencionado puede resultar equívoco: ¿de qué tipo de daño se trata?
La cuestión no es trivial. Vivimos en una sociedad de mentalidad prevalentemente hedonista, o sea, que pone el agrado comometa de la existencia. Como el hedonismo, quiérase o no, es la ética que corresponde a una idea materialista del hombre, el único límite a esta ansia de agrado que, dentro de esta manera de pensar, se justifica, es el daño material. Éste se reduce en la práctica a dos aspectos: la salud corporal y el bienestar del prójimo. Se entiende así que algunos excesos son censurables, como por ejemplo elconsumo excesivo de alcohol o la música a tal volumen que incordie a los vecinos. Son dos ejemplos que corresponden a cada uno de los dos aspectos. Pero conviene advertir que el segundo -el referente al bienestar del prójimo- se mide sólo por consecuencias externas y suele tener un remedio técnico. Si se insonoriza el local o el oyente se pone unos auriculares para acaparar todo el ruido, ya no haríafalta templanza alguna. Eso deja el daño corporal como único límite absoluto del disfrute; el daño al prójimo suele ser un límite sólo relativo.
Aquí conviene tener en cuenta que el daño corporal es el primer límite que el niño pequeño aprende, y al principio lo cierto es que no está capacitado para aprender otra cosa. No puede -no debe- hacer algunas cosas porque se cae, se golpea, recibe uncalambrazo, se lleva a la boca cosas insanas... o rompe cosas de los demás. Pero, desde el momento en que tiene uso de razón, hay que fijarse si el argumento ha variado o sigue siendo el mismo, con las adaptaciones propias de la edad. Si, pongamos por caso, la criatura se atiborra de «chuches» (golosinas), lo que más fácilmente entiende, y lo que la propaganda actual subraya, es que «le van a sentarmal». Y es cierto: no es ésa precisamente la dieta más aconsejable. Pero no es esa la única verdad en juego, ni siquiera la más importante. Ese entregarse al capricho, sin más restricciones que las posibilidades materiales de adquisición, hace más daño a la personalidad del niño que a su hígado o a su dentadura. Y esto también tiene que entenderlo, aunque cueste un poco más.
Para poder entenderlo,hay dos caminos. En el fondo, vienen a coincidir con el dilema que se presenta a los hijos para que aprendan: o por las buenas, o por las malas.
1. Sentido positivo de la templanza
En primer lugar, en la realidad vemos que toda meta humana que valga la pena alcanzar supone un esfuerzo, resulta ardua. Y siempre, en su consecución, se interpone algo agradable que invita a abandonar el esfuerzo,aunque sólo sea la pura comodidad. Si uno se deja llevar por estos estímulos, no será capaz de conseguir lo que se propone, o no será capaz de conservarlo si lo ha conseguido, con lo que eso lleva consigo de fracaso o frustración.
Con los hijos, un primer ejemplo para que lo comprendan es la vida misma de sus padres, que tienen que hacerles ver que lo que son y tienen no ha sido conseguido sin...
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