Baile en el Panteon Del Refugio

Páginas: 16 (3898 palabras) Publicado: 6 de junio de 2014
Baile en el Panteon Del Refugio
Cuenta una voz popular de la vieja Ciudad de Zacatecas, que allá por el ańo de 1860, cuando nuestro país era teatro de sangrientas guerras entre liberales y conservadores, pertenecía a la guarnición un capitán de nombre Augusto Pavón. Encontrábase el aludido militar en la plenitud de la vida, andando en los veintinueve ańos. Era alto, esbelto de movimientosairosos, rostro de tez blanca, ojos azules, boca atrevida que lucía unos bigotes rubios, como el pelo de su cabeza, arreglados siempre con esmero. Su porte marcial al que daba mayor gallardía el flamante uniforme, era la admiración del bello sexo y su trato afable y correcto habíale granjeado el aprecio y estimación de sus amistades, las muchas hazańas que de él se contaban lo hacían popular en laciudad.
Había por ese tiempo en la Plaza de la loza, llamada también del Laberinto, una fonda denominada la Luz de la Aurora, que gozaba de numerosa clientela debido a las gracias de su dueńa: una morena de veinte primaveras y arreboladas mejillas, llena de atractivos y que tenía por nombre o sobrenombre, que esto no hemos podido averiguarlo, Amparo de la Felicidad. El establecimiento en cuestión erareducido pero lo bastante amplio para contener hasta cuatro mesillas, cada una con asientos para seis personas. Su adorno, por demás sobrio, consistía en un jarrón con flores que de mańana traía del Portal de la Fábrica la bella fondera para ponerlas a las plantas de un Santo Cristo de tosca escultura, que se encontraba pendiente de la pared en el costado derecho del establecimiento y del cualera ferviente devota Amparito de la Felicidad.
En el marco de la puerta que daba acceso a la cocina estaba un perico sobre una estaca, parlando lo más del día y llamando por su nombre a casi todos los parroquianos; un perezoso gato café, de pelo esponjoso, pasaba buenos ratos durmiendo debajo de alguna de las mesas, mientras que un perro negro de pelo sedoso y brillante, haciendo honor a su nombrede Centinela, permanecía sentado a la entrada de la fonda; recibiendo, de cuando en cuando, las caricias de los visitantes y sin hacerle extrańamiento a una murga callejera que casi a diario deleitaba a la concurrencia durante las horas de la comida. Contábase entre los abonados allí nuestro capitán, objeto de especiales atenciones y deferencias por parte de la dueńa, así como también veíasehonrado frecuentemente el establecimiento con las visitas de un empleado público llamado Juan Ponce, no menos atendido que el anterior. El mencionado Juan Ponce era un pícaro de siete suelas, de rostro rubicundo y de algo más edad que el soldado, sin querer decir con esto que llegase a la madurez.
Eran de verse las buenas migas que hicieron desde el primer día de conocerse los dos personajes, siendorara la vez que Augusto iba sin la compańía de Ponce a tomar sus alimentos, y se procuraban tanto y la familiaridad de ambos llegó al grado de no poder estar el uno sin el otro, en sus ratos de ocio. Aunque dejamos ya dicho que entre los dos repartía sus atenciones la guapa moza, era manifiesta, sin embargo, su predilección por el capitán, para quién abrigaba la más secreta pasión, sin que élhubiese caído en la cuenta. Diariamente, las sobremesas prolongábanse más de lo debido, y especialmente en las noches, hasta horas muy avanzadas, no siendo raro que los sorprendiese la aurora en su animadas charlas; ya refiriendo el presuntuoso militar sus temerarias hazańas; ya haciéndolos pasar Juanito Ponce amenos ratos con chistes y agudezas; ya Amparito entonando sentimental canción de la paloma,con su voz entonada y quejumbrosa, canción de muy agrado de sus amigos, porque les traía a la memoria sus mejores recuerdos, y por estar muy en boga en aquel entonces, habíanle granjeado fama a la muchacha de buena cancionera, cuya fama pregonaba a los cuatro vientos sus numerosos admiradores y todos aquellos de sus parroquianos a quienes les había tocado en suerte regalarse con las dulzuras de...
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