Baile. por carlos arango
Me saca bruscamente del sueño. En ese momento la banda sonora de mi sueño deja de ser módulos de acordes oníricos, y se transforma en lo real. Soñaba con la música tropical que, afuera de la habitación,bailaban mis padres. La señora buscaba su bolso en compañía de la otra silueta gorda que hace las veces de anfitriona de la fiesta. Es 1984, ya casi diciembre; el primer baile al que vienen mis papás después de nacer mi hermanita. Yo aún no sé si estoy en Campo Valdés en casa de una tía, o en Girardota, en cama de alguna vecina de bigote y piernas reventándose. Lo cierto es que, junto conmigo, hay otrosniños, con los ojos encharcados algunos, porque en medio de la noche -es decir, del baile- han llorado asustados por encontrarse en una cama extraña en compañía de extraños. Pero el cansancio de los juegos siempre podía más, y terminaba por vencerlos de sueño.
Con la cara tallada, salgo a la sala. Mis papás bailan una canción llena de cadencia http://www.youtube.com/watch?v=DIXjsGdWsUU .Al verme, sonríen entre ellos, y luego me regalan esa sonrisa. Me aman. Pero yo en ese momento no sabía qué era eso; sólo sabía que los grandes bailaban cuando estaban felices. Pero, la verdad, en ese momento no entiendo mucho cómo pueden bailar con tanta felicidad una canción tan triste. Yo de palabras aún no sabía mucho, pero me alcanzaba para saber que este cantante tiene un dolor, un dolorprofundo. Quiere ponerse a beber, fumar un cigarrillo. Y yo sólo pienso todo lo que pelea mi mamá cuando mi papá fuma.
Ahora recuerdo la escena como la típica en la que los padres arruman a los niños en un mismo cuarto, apagan la luz, y se dedican a bailar en la sala de la casa. Pero yo pocas veces me quedaba dormido; sólo permanecía quieto para no incomodarlos. No dormía; pensaba; es más:sentía. Sentía cada palabra de esos señores que en mi mente imaginaba con trajes elegantes en el Show de Jimmy todos los jueves.
Los recuerdos que tengo de mi niñez están indisolublemente asociados al baile. Al baile de los grandes. Los tíos, los amigos de mis papás y los abuelos. De hecho, un signo de que alguno de nosotros ya iba creciendo era verlo bailar con las tías o, eventualmente,con las primas. Al fin y al cabo, los seres humanos bailamos, entre otras razones, para mostrar-nos que estamos vivos. A pesar de todo.
Yo me quedaba en silencio, algunas veces fastidiado por la respiración tosca de alguno de los niños. Y hasta a mí llegaban los sonidos de la música. Escuchar música cuando no tienes otra distracción visual o corporal es casi como inyectársela. Así que yo meinyecté muchas veces música; música tropical, para más señas. Y por eso ninguna de las otras músicas que he escuchado después vive inmanente en mí de la misma manera que esta música. Ya cuando llegaba a niveles de desespero, me metía debajo de las camas; y hasta allí llegaban los sonidos del caribe, y me envolvían. Las notas del bajo tienen esa asombrosa capacidad de metérsele a uno por el cuerpocomo vueltas de taladro. Era, para efectos prácticos, una suerte de secuestro: inmóvil, viajé por toda clase de desventuras de cantantes cuyas sentidas letras me informaron de que el mundo no siempre sería fácil. Recuerdo el frío de las baldosas conmoverse con los ataques del bajo y la percusión.
Y así, baile tras baile fui llegando a la adolescencia; en esa época tampoco bailé. Comezaban...
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