Bailemos

Bailemos

Endurecido el instinto, se afirmó en la vitalidad del adolescente un hambre (ansiedad de perturbación) que gritaba por encima de todo su consciente especialmente embotado y holgazán, genérico, relajado, limpio de toda pregunta, hinchado de cómoda inconstancia, crédulo, descansadamente crédulo; como no sea de los instintos, un alegre ignorante de todo rigor. Negligente y a untiempo exigente: cobarde. Injuzgable.
Mordió al cuerpo la personificación animal del hambre que, a través del tiempo, en todo humano cuerpo ha hecho imperio, en tanto en idiota cuerpo, el tal imperio en tiranía fácil muda. Palpable la cosa como que buena parte de nosotros es producto de la ejecución simple, del capricho único, que complace a éste de los idiotas tirano.
Se volcó por entero lapercepción de su escenario; neblina gris era cuanto torno a él había. Cargadas de un impetuoso magnetismo, en su fantasía se recortaban, salpicadas de zozobra, las siluetas de aquellos cuerpos que al paladar de sus ojos más apetecía.
La naturaleza del hambre, que nuestro personaje adolece justamente ahora, es, en tal modo, que se configura y corre a la inversa de la que en nuestros estómagos hacefenómeno. Ya que la una nos exige remedio a su vacío en tanto la otra clama dar fuga al fuego cual lo pediría un volcán de llamas lleno. Y dicho sea de paso, la autoridad que en nosotros pueda efectuar la voz de cualquiera de ambas hambres es directamente proporcional a la estupidez de cada volcán.

Pisaban sus plantas un suelo de vientres tersos; vagaba su cuerpo hechizado en medio deun aire que era todo de labios, y por en medio del cual los suyos chocaban al caminar. En sus pantalones, la más gallarda de las carpas, el más tensado de los circos, izado como lo vio ninguno nunca; ha no ser que los jumentos también fajen ya.

Antiguamente a Dios una prorroga pidió Ezequías, rey de Judá, y era que quince años mas de vida le otorgara, pues, avispado siervo del Señorcomo sin duda Ezequías era, no quería pagar eternamente en ese infierno sin Leteo, ausente de perdón y sin posibilidad de olvido, lo que en vida hubiese podido atentar contra el fluir luminoso de ese río que es nuestra libertad; impagablemente concedida por la inteligencia motriz en la infinita miel de su bondad ilimite y sin fondo. Apacible río de libertad predestinado a, curiosa la cosa,desembocar siempre en un violento mar de leyes eternas. Asustado Ezequías hasta la última gota de sangre, como seguro lo estaba, ante la perspectiva eterna de una memoria de rigor perpetuo y sentencia inmudable, juró Ezequías gastar en todo punto y por entero aquellos quince años en solamente rogar con palpitante honestidad por el perdón de sus pecados. Eso a pesar de haber fungido eficazmente comoinstrumento del Señor en la tierra. No obstante bien distintos y menos estrictos pinceles habrían pintado el cuadro de más fiesta, siendo hasta quizá plegados de quince a cinco los años de su auto penitencia, si al rey de Judá le hubiese cabido el chance de poder arrepentirse adorando, mediante salmos propiamente inspirados bajo revelación, el culo de la mozuela que sí le cupo en chance a nuestroadolescente poder contemplar. Desde el árido desierto de su perplejidad imbécil. Porque, ¿acaso hay mejor figura de adoración que aquella moldeada entre los propios dedos del mismísimo Señor?, seria insondable la sola herejía de considerar alguno de nuestros sacros monigotes de madera, barro, pasta, oro y demás causas materiales humanas, como superiores a los manufacturados con la celeste mezcladivina esa, que es el barro con el cual hemos sido modelados cada uno de nosotros allá, en el cielo, con infinito amor. Y con infinito amor es con lo que aquel que es Tres y Uno fabricó el culo en cuestión que porta, en levantada perfección orgullosa, ésa, a quien nuestro personaje aún verde, aún lozano, mira desfalleciente y suspirante. Pero apuntillado más.
Tan embriagadoramente perfecto era el...