Bajo en calorias
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CARMEN PEREZ
INDICE
RECUERDOS
1
Y…. PASARON LOS AÑOS
11
MODA Y DISEÑO
20
EL PROBLEMA
25
BAJO EN CALORIAS
28
COLORES Y CALORÍAS
37
TALLA XL
38
ABUELA, ADIOS
42
SOLA EN CASA
43
EL AGUJERO NEGRO
49
LA FARMACIA
58
LA ANOREXIA
75
¿TIENE FINAL?
98
Mimadre siempre recuerda que cuando se puso de parto, a principios
de abril del 78, estaban dando la noticia de la detención de la hija de Franco
en el aeropuerto de Barajas con un cargamento de joyas, medallas, sacos de
monedas y alguna que otra baratija, con el fin de sacarlas del país para
depositarlas en un banco suizo.
Tener una madre adicta a las revistas del corazón tiene sus ventajas.Posiblemente la referencia que tan machaconamente repite no hubiese pasado
de la categoría de anécdota y la fecha en la que nací sería simplemente un día
normal del calendario si sus publicaciones de cabecera no la hubiesen hecho
partícipe de la vida de cientos de personajes, a los que nunca llegó a conocer,
pero formaron parte de su vida cotidiana
RECUERDOS
El barrio era mi mundo. Mivida se desarrollaba siempre, entre las
mismas calles. Mis amigos vivían allí, mi colegio estaba allí también. Era como
un extraño círculo que encerraba el paso del tiempo .Las miles de fotos que
señalan los momentos importantes de esa infancia son, como una especie de
collage, que me hace evocar situaciones, motivos o pequeñas anécdotas
formando parte ,de ese espacio perdido en el tiempopero ubicado en algún
lugar de la memoria.
Puedo recordar la casa de piedra de mis abuelos, como escenario de los
grandes acontecimientos familiares. La amplia cocina de hierro fundido con
incrustaciones de metal dorado. La pila de granito bajo la ventana, tapada con
cortinas de cuadros verdes de vichy. La gran mesa de madera y las sillas de
enea donde todas las mañanas nos sentábamos adesayunar, pan con nata y
azúcar. El olor especiado de los callos que se cocinaban el día grande de las
fiestas patronales mientras, las bombas de palenque, explotaban en el aire
llenando el cielo de nubes blandas y algodonosas. El corral donde las gallinas
cacareaban y los conejos engordaban para formar parte de cualquier festín
familiar. La huerta llena de colores y aromas... el olor dulce delnaranjo, el ácido
del limonero, el suave de las manzanas verdes, que recogíamos para guardar
en los armarios de ropa blanca. El gato “tigre” que ronroneaba perdido, entre
las piernas de los comensales, esperando las raspas del pescado como un
autentico festín. “Motorista”, el perro mil leches, atado a una cadena que,
volcaba su agresividad ladrando y ladrando sin parar
Aprendí, a través delos árboles, a diferenciar el cambio de las
estaciones. Me gustaba el otoño, cuando las hojas de los castaños y los robles
se volvían amarillas creando, sobre el suelo, un manto dorado de hojarasca
que tapaba las veredas. En primavera, veía como los parterres dejaban el tono
verdoso ampliando la paleta de colores .En verano, nos sentábamos en la zona
de umbría del huerto, donde las copas delos árboles formaban bóvedas
vegetales que filtraban la luz, consiguiendo que pudiese revivir la magia de los
cuentos. En invierno, los árboles desnudos mecidos por el viento parecían
evocar el Bosque Animado de Wenceslao.
En septiembre del 83 fui por primera vez a la escuela. Tenía cinco años.
Los días anteriores mi madre me había llevado a equiparme para el colegio.
Fue la primera vez, almenos que recuerde con claridad, de lo aburrido que era
ir de compras. Todas las madres de la ciudad se habían concentrado a esa
hora en las plantas de niño de un centro comercial. Niños llorosos, niños
enfurruñados, niños que querían subir a la planta de juguetes y no probarse ni
un chándal más. Madres desesperadas, otras entusiastas. Colas en los
probadores. “Mama, tengo hambre. Mamá...
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