Balzac
Lirio del Valle
Honorato de Balzac
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A MONSIEUR J. B. NACQUART,
de la Real Academia de Medicina.
Mi querido doctor: Este libro es
una de las mejores piedras del edificio literario que he construido laboriosa y lentamente.Al encabezarlo con su nombre, lo
hago para dar un testimonio de
gratitud al hombre que me salvó de la muerte, y para dar una prueba de cariño al amigo de siempre.
BALZAC
A LA SEÑORA CONDESA DE MANERVILLE
No puedo dejar de complacerte.
Lamujer a la que amamos, aunque ella no nos ame como nosotros a ella, tiene por privilegio el trastornar nuestro juicio. Por no ver fruncirse su frente o porque desaparezca la más mínima tristeza, somos capaces de derramar nuestra sangre y de ofrendarla nuestro porvenir.
Si deseas conocer la historia de mi vida, yo te la voy a relatar, aunque su relato me haya costado el vencer no pocasrepugnancias.
Dices que te llena de cólera mi silencio; que mis desvaríos te causan recelo. ¡Natalia! Mi carácter contradictorio debía bastarte para formar juicio, sin dirigirme preguntas mortificantes. ¿Hay en tu vida algún secreto que para ser perdonado exija el conocimiento de los míos?
Natalia, lo has adivinado; por tanto, prefiero confesártelo todo.
En mi vida, tanpronto como se le evoca, aparece un fantasma, y en lo profundo de mi alma existen dolorosos recuerdos que suben a la superficie como las algas marinas que viven en el fondo del Océano y son arrojadas a las playas por las tempestades.
En mi confesión tal vez encuentres relámpagos que te hieran. No olvides que si la hago es por obedecerte, y no castigues mi obediencia con tu cólera.
Diosquiera que mis confidencias aumenten tus ternuras.
Hasta esta noche, Natalia.
Tuyo para siempre, Félix.
* * *
¿Qué poeta escribirá la más conmovedora elegía? ¿Qué pintor podrá expresar los tormentos sufridos silenciosamente por las almas cuyas raíces no encuentran sino pedruscos, y cuyos primeros brotes son destruidos por manos vengativas? ¿Qué poeta describirá el dolor de un niñoque succiona en un seno amargo y cuya sonrisa es borrada por una mirada cruel?
La ficción que este representase sería la historia de mi juventud. Si yo era recién nacido, ¿cómo podía herir ninguna vanidad? ¿Qué desgracia nutria el desvío de mi madre? ¿Era yo acaso hijo de pecado?
Criado en el campo por una nodriza, al regresar, a los tres años, a la casa paterna, era tan malmirado que excitaba la compasión. Recuerdo que a mis tres hermanos les agradaba hacerme sufrir.
Existe en la infancia un pacto por el cual los niños ocultan las travesuras de sus compañeros; pero ese pacto a mí no me alcanzó nunca. Por el contrario, muchas veces fui castigado por ajenas culpas.
El servilismo en germen les aconsejó que contribuyeran a las persecuciones que hacia míveían en mi madre.
Me hallaba huérfano de todo afecto, y sin embargo mi temperamento era cariñoso. Los sufrimientos continuos a muchos hombres los degradan, convirtiéndolos en esclavos; a mi, la injusticia prolongada me acostumbró a ejercitar una fuerza moral y predispuso mi alma a la resistencia.
Esperaba siempre un nuevo dolor, como los mártires esperan un nuevo golpe. Todo miser expresaba una sombría resignación que ahuyentó de mí los dones y las gracias infantiles. Esta actitud fue juzgada como síntoma de idiotez, lo que confirmaba los horrorosos pronósticos de mi madre.
La injusticia, en vez de rebajarme, me hizo altivo.
Abandonado por mi madre, no por eso dejaba de ser objeto de su preocupación, pues solía hablar de mi instrucción y mostraba...
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