Baraka

BARAKA

No es fácil construir conceptos cuando prescindes del diálogo y del discurso formal; tampoco es fácil organizar imágenes tan disímiles entre sí, tomadas de cualquier parte del mundo, en distintos tiempos, con distintos contextos, captadas quién sabe cómo. En general es difícil hacer una película: planearla, ordenarla, darle forma y que tenga un mensaje final; no importando si estemensaje es una pregunta más o un punto final en el tema que se quiere tratar.

Las señales que uno otorga al espectador para que codifique esos mensajes que se quieren expresar están, por lo general, cargados de elementos diversos, unos más complejos que otros; que, en el caso del cine, varían desde extensos tratados de Eisenstein sobre el montaje y la imagen, hasta propuestas minimalistas como lasque arroja un joven Lisandro Alonso, cuyo imaginario fílmico ha decidido que sea el espacio que rodea al sujeto y la interacción que entre ellos se produce, el principal protagonista de sus películas.

En el caso de Baraka, un documental, o talvez ficción, y a ojos de este aprendiz de cinéfilo, ocurre una sensación similar a la de Alonso en el proceso de decodificación de los mensajes, y es que,durante hora y media, presenciamos el eterno acercamiento entre hombre y naturaleza, la naturaleza real y la naturaleza creada, esa dicotomía que se transporta hasta el origen de nuestra especie y que termina siendo absorbida y alterada por el intenso frenesí de la edad moderna.

Lo que se observa en Baraka no es un sinfín de imágenes que enarbolan con su imponente fotografía las maravillasgeográficas, biológicas y étnicas de nuestro planeta, y, para distanciarse de los cientos de documentales-reportajes sobre vida salvaje que acostumbramos ver en la televisión por cable, el realizador opta por hacer algo que es tan obvio en caso que alguno de nosotros nos encontrásemos frente a estos espectáculos visuales, la simple contemplación. Con el solo esfuerzo físico de la observación, sepueden llegar a conclusiones de gran relevancia sobre nuestra naturaleza.

La imagen del rostro de un mono que descansa, sereno, sobre un estanque de aguas termales, me recuerda a la meditación del hombre y me hace pensar que tanto el hombre como el animal pueden abandonarse a la reflexión momentánea, esperando, talvez, encontrar un momento de paz; esa paz, que durante la película, tiende a llegarcon las infinitas variedades de paisajes que nunca hubiese creído reales. Contemplar imágenes también traen consigo interrogantes sobre el destino y la función del hombre, tal es así que el realizador nos presenta, una a una, las variadas y casi inalterables formas de manifestación religiosa, desde una tribu de monjes tailandeses y sus frenéticos movimientos sincronizados, hasta una ya conocida misacatólica y sus barrocos rituales; todo ese desfile de creencias y prácticas ancestrales, captadas con paciencia y objetividad por la curiosidad de una cámara, nos recuerdan el papel del hombre como un ser espiritual, dueño de su propia existencia, no tan distante a su naturaleza, que cree en la eternidad y en el resultado de sus acciones, que se desplaza en el mundo cumpliendo normas extraterrenales; o sea, que tiene alma.

Toda esa aventura que consiste en unir al hombre y su entorno es desarrollada durante la primera parte de la película, donde la atención se abandona a las fascinantes historias sobre nuestro mundo natural y extraño, para luego pasar a otro nivel de observación, donde ésta pasa a adoptar una función clínica, casi torturante, sobre los nuevos rumbos a los cuales nosdirigimos.

El siguiente capítulo empieza presentando bosques interminables de edificios, moles de cemento, que en alguna parte del Brasil hacinan a miles de familias desesperadas por un espacio habitable, cuya existencia parece nula en el momento en que las construcciones se confunden entre sí, muy similares a los nichos de un cementerio. Con esta premisa se da pie a una fiesta de paradojas y...