BARROCO
Los rayos le cuenta al Sol
Con un peine de marfil
La bella Jacinta un día
Que por mi dicha la vi
En la verde orilla
De Guadalquivir.
La mano oscurece al peine;
Mas qué mucho, si el abril
La vio oscurecer los lilios
Que blancos suelen salir
En la verde orilla
De Guadalquivir.
Los pájaros la saludan,
Porque piensa (y es así)
Que el Sol que sale enoriente
Vuelve otra vez a salir
En la verde orilla
De Guadalquivir.
Por sólo un cabello el Sol
De sus rayos diera mil,
Solicitando invidioso
El que se quedaba allí
En la verde orilla
De Guadalquivir.
A CIERTA DAMA QUE SE DEJABA VENCER DEL INTERÉS ANTES QUE DEL GUSTO
Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,
La sangre de su pecho vierte en vano,
Vende Lice a un decrépitoindïano
Por cient escudos la mitad del lecho.
¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,
Sabiendo que halla ya paso más llano,
La bolsa abierta, el rico pelicano,
Que el pelícano pobre, abierto el pecho?
Interés, ojos de oro como gato,
Y gato de doblones, no Amor ciego,
Que leña y plumas gasta, cient arpones
Le flechó de la aljaba de un talego.
¿Qué Tremecén no desmantela untrato,
Arrimándole al trato cient cañones?
A UN PINTOR FLAMENCO HACIENDO EL RETRATO DE DONDE SE COPIÓ EL QUE VA AL PRINCIPIO DESTE LIBRO
Hurtas mi vulto y cuanto más le debe
A tu pincel, dos veces peregrino,
De espíritu vivaz el breve lino
En los colores que sediento bebe,
Vanas cenizas temo al lino breve,
Que émulo del barro le imagino,
A quien (ya etéreo fuese, yadivino)
Vida le fió muda esplendor leve.
Belga gentil, prosigue al hurto noble;
Que a su materia perdonará el fuego,
Y el tiempo ignorará su contextura.
Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
Árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
Quien más ve, quien más oye, menos dura.
DE UN CAMINANTE ENFERMO QUE SE ENAMORÓ DONDE FUE HOSPEDADO
Descaminando, enfermo, peregrino
Entenebrosa noche, con pie incierto
La confusión pisando del desierto,
Voces en vano dio, pasos sin tino.
Repetido latir, si no vecino,
Distincto oyó de can siempre despierto,
Y en pastoral albergue mal cubierto
Piedad halló, si no halló camino.
Salió el sol, y entre armiños escondida,
Soñolienta beldad con dulce saña
Salteó al no bien sano pasajero.
Pagará el hospedaje conla vida;
Más le valiera errar en la montaña,
Que morir de la suerte que yo muero.
De unas fiestas en Valladolid
La plaza, un jardín fresco; los tablados,
Un encañado de diversas flores;
Los toros, doce tigres matadores,
A lanza y a rejón despedazados;
La jineta, dos puestos coronados
De príncipes, de grandes, de señores;
Las libreas, bellísimos colores,
Arcos delcielo, o proprios o imitados;
Los caballos, favonios andaluces,
Gastándole al Perú oro en los frenos,
Y los rayos al sol en los jaeces,
Al trasponer de Febo ya las luces
En mejores adargas, aunque menos,
Pisuerga vio lo que Genil mil veces
SONETO
Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,docto en pullas, cual mozo de camino;
Apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
portener de sayón la rebeldía.
A UN HOMBRE DE UNA GRAN NARIZ
Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,...
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