barroco
Barroco conforman una auténtica constelación de estrellas en la que convergen compositores, obras e intérpretes de primerísimo nivel internacional. La oferta puede describirse globalmente como un acercamiento al mundo del drama barroco, visto en general desde la perspectiva del teatro, pero no solo.
La ópera se convierte en efecto en el centro de referencia de este programa, que semueve por tradiciones y estilos musicales diferentes. El género había surgido a comienzos del Seicento en el norte de Italia; su difusión fue rápida y vino pareja de una transformación radical de su sentido, pasando en unas década s de ser un espectáculo cortesano y erudito a una forma de esparcimiento popular, entendido el término en la realidad histórica y sociológica del siglo XVII. La irrupción,pasada la Guerra de los Treinta Años y los disturbios de la Fronda, de la extraordinaria potencia política y militar de la Francia del Rey Sol, con sus aspiraciones de liderar Europa también en el ámbito cultural, iba a significar la aparición de un modelo de drama musical diferente al italiano, pero con idénticas ambiciones expansionistas. Paralelamente, países periféricos como España oInglaterra mantenían sus propias tradiciones de teatro musical.
En diferentes niveles esa realidad podrá contrastarse y disfrutarse en este ciclo. Haciendo un seguimiento cronológico, nos encontramos primero con Niobe, Regina di Tebe, obra con música de Agostino Steffani estrenada en la corte de Múnich en 1688 y buena muestra de la mezcla de estilos que practicó este compositor, sacerdote y diplomáticode agitada existencia. Las arias italianas se cruzan en su obra con obertura y números instrumentales y de danza de naturaleza inequívocamente francesa.
King Arthur de Purcell, que se estrenó en el Dorset Garden de Londres en 1691, responde a una realidad diferente, a una tradición propia de las islas británicas que, a falta de mejor nombre, se conoce como semiópera, un espectáculo teatral conpartes de música tan extensas como las habladas que procedía de las antiguas masques. En ellas se practicaba también la más desprejuiciada mezcla de estilos, con aires típicos británicos y elementos italianos y franceses.
Las otras tres óperas incluidas en este programa responden a las características de la ópera italiana, aunque en Alcina, la segunda ópera escrita para el Teatro Covent Garden deLondres, donde se presentó en 1735, Haendel incluyó piezas de gusto
francés, como un ballet pensado para la famosa Marie Sallé. Ese mismo año, pero para el Teatro Haymarket de la capital inglesa, que regentaba la compañía rival a la de Haendel, se presentó Adriano in Siria de Veracini, un maestro mucho más conocido por su música instrumental. Tres años antes, el Teatro Filarmónico de Verona sehabía inaugurado con La fida ninfa, ópera en tres actos de Antonio Vivaldi.
Pero no solo de la ópera se alimenta el drama musical. Las Pasiones de Bach son verdaderas formas de teatro sacro, por más que en ellas la puesta en escena sea más austera. Será la pequeña de las dos grandes pasiones conservadas del genial músico alemán, la escrita sobre el Evangelio de San Juan, estrenada por Bach en suprimera Semana Santa como Cantor de Leipzig (1724), la que se escuchará en este ciclo, y lo hará de la mano de quien es uno de sus máximos especialistas, el belga Philippe Herreweghe. El programa del ciclo se completa con otra convocatoria ineludible, la que reunirá a Jordi Savall y sus grupos en torno a la figura de El Greco: será una forma de viajar entre Creta, Italia y España al mismísimo germendel drama en música, que fue fraguando en la segunda mitad del siglo XVI y los primeros años del XVII.
Este ciclo presenta en primicia española las obras, muy infrecuentes, de Steffani y Veracini, aunque Níobe ha conocido varias producciones internacionales en los últimos años: se ofrece justamente una de ellas, la que dos auténticas referencias de la música antigua americana (Paul O’Dette y...
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