Barthes, Freud Y Laiseca
La muerte del autor
Roland Barthes en “La muerte del autor”, propone romper con la concepción romántica del autor, en la cual el escritor de la obra era el dueño de la misma y donde el lector podía encontrar los significados que el autor quiso proponer. En este sentido el papel del lector sería sencillamente el de intérprete de lo que el autor pretendió comunicar.En la obra literaria no es el autor el que habla, sino el lenguaje. La voz pierde su origen, el autor entra en su propia muerte y comienza la escritura. La escritura para Barthes es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco y negro donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe
Barthes presenta al textocomo un tejido de citas de innumerables culturas en donde el autor solo se limita a imitar y mezclar un gesto siempre anterior. De esta manera la obra literaria es un texto formado por múltiples escrituras que dialogan entres si, el autor es solo el que las mezclas, pero existe un lugar en el cual se recoge toda esa multiplicidad, y ese lugar es el lector.
De esta manera la obra literaria puedecambiar su significado a través del tiempo, porque el foco ya no está puesto en el pensamiento del autor sino en la obra misma, y es el lector, sin biografía, sin psicología, sin historia el que mantiene las riendas de la escritura. Al morir el autor, nace el lector y con él las múltiples interpretaciones.
En sintonía con Barthes en “La muerte del autor”, podemos encontrar a Freud que en suartículo “El poeta y la fantasía” se pregunta sobre ¿cómo el poeta logra despertar en el lector emociones que ni siquiera considera capaz?
Para responder a esta pregunta Freud sostiene que la obra literaria se la puede comparar con el juego de los niños. Al igual que el niño el poeta que juega crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio, es decir, sabe la diferencia que existe entre eljuego y la realidad pero se apropia de algo de ella para crear su mundo.
Cuando se es adulto, sostiene Freud, se deja de jugar por las consecuencias de la vida. El adulto deja de jugar y comienza a fantasear, pero esas fantasías provocan vergüenza, y por lo tanto el hombre las reprime. Por esas represiones, la fantasía, se hacen presente en el sueño diurno pero de manera deformada.
Freud comparalas creaciones del poeta con los sueños diurnos. El poeta a través de la obra literaria invita al lector a participar de su juego. El poeta ofrece la exposición de sus fantasías.
Pero el verdadero goce, dice Freud, no proviene del descubrir las fantasías del autor, sino del alma del lector, es él el que puede gozar sin avergonzarse, ni hacerse reproches alguno, de sus fantasías.
Enconclusión, para Barthes la obra no es del autor y lo único que tiene de él es el lenguaje, en cambio, Freud considera que el autor si es participe al exponer su fantasía. Pero ambos coinciden en que el autor no persigue una intencionalidad, ni la de demostrar su lenguaje, ni la de considerar como verdaderas sus fantasías. Tanto Freud como Barthes sostienen que el foco está puesto en el lector queinterpreta la obra. La obra le pertenece al lector, es él el que lleva las riendas de la interpretación, el que ve reflejado en cada historia sus propias fantasías. Es el lector el que recrea la obra para eliminar el tiempo. Cada obra nace con un nuevo lector que no tiene ni tiempo, ni espacio, o que es todos los tiempos y todos los espacios.
En el texto de Laiseca, “Aventuras de un novelistaatonal”, el personaje de Coco Della Mirándola reflexiona al respecto del rol del autor y el lector: “Renuevan y enmiendan quienes nada tienen para decir. En arte, retroceder es avanzar y viceversa. Hoy día prosperan los textos disonantes, puro vidrio rojo y espuma plástica. Allí no busquen esencia o cosmovisión, pues éstas no existen. Es muy de nuestro tiempo que el público consagre a la competencia...
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