Beato Juan Nepomuceno
«Apóstol de la caridad y de la misericordia. En un entramado de espurios intereses este fundador de las Mercedarias de la Caridad fue denostado por sus propias hijas. En soledad, lleno de virtudes, entregó su alma a Dios»
Por Isabel Orellana Vilches
MADRID, 17 de marzo de 2014 (Zenit.org) - «Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todoslos pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos». ¿Hay algo más hermoso que estos propósitos anclados en la suprema excelencia de la caridad, mandamiento esencial otorgado por Cristo? Fueron los que animaron la vida de este beato que nunca secansó de prodigar a manos llenas todo el bien que concibió, postrado ante el Redentor y custodiado por la Virgen de la Merced. Su lema era: «Todo para bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios».
Nació en Granada, España, el 11 de octubre de 1831. Su raigambre cristiana estaba fuertemente asentada por la fe que sus padres Antonio y Josefa, ciudadanos estimados y de gran relevancia en lacapital, ya profesaban. Ello, junto a la cuidada educación que recibió, fue determinante para su vocación sacerdotal. Su padre, reputado médico y catedrático de la universidad, era un hombre sensible que no pasaba por alto las necesidades ajenas. Siempre que estuvo en su mano atenderlas actuó generosamente. Juan, imbuido de tantos valores, destacó entre los compañeros de clase por su aplicación alestudio y ejemplar comportamiento. Y cuando se hallaba en el frontispicio de un futuro halagüeño, pudiendo adquirir la notoriedad que le permitían sus muchas cualidades personales junto al estatus social familiar que disfrutaba, conquistando escalas circundadas por el éxito, optó por entregarse a Cristo.
Ingresó en el seminario en 1850 y en el transcurso de esos años de formación se hicieronpatentes sus magníficas dotes de oratoria. Casi doscientos sermones recogidos por él dan cuenta de la fecundidad de su palabra que brotaba de su oración. No era un simple predicador, sino un confesor de la fe; por eso llegaba a calar en el corazón de tantas personas. En estos valiosísimos escritos queda patente su inclinación a los débiles desamparados y aquéllos cuya existencia discurría por uncontinuo valle de lágrimas por los motivos que fuesen.
Fue ordenado sacerdote en 1855. A los pocos días perdió a su madre víctima del cólera. Abrazado a la cruz inició su trayectoria pastoral, que compaginó con la docencia en el colegio de San Bartolomé y Santiago. Entretanto, proseguía sus estudios, que culminaron con la obtención del doctorado en teología, la licenciatura en derecho civil ycanónico, y un bachillerato en filosofía y letras. Esta formidable preparación le capacitó para asumir la cátedra de psicología, lógica y ética del Instituto de Granada, al tiempo que se hacía cargo de las parroquias de Huétor Santillán y de Loja. Además, ejerció como predicador numerario de la reina Isabel II, fue sacerdote castrense, formador de seminaristas, arcipreste y examinador sinodal en Granada,Jaén y Orihuela. Su finura humana y espiritual, el talante humilde, misericordioso, paciente, afable, lleno de dulzura, y su manifiesta ternura hacia los demás, suscitó gran estima hacia su persona.
En 1869 fue destinado a la diócesis de Málaga como vicario general, canónigo de la catedral y visitador de religiosas. La Providencia guió sus pasos y le puso al frente de la casa de la misericordia deSanta María Magdalena y San Carlos. Para un espíritu tan sensible como el suyo, consternado por las necesidades y el sufrimiento ajeno, la oportunidad de hallarse inmerso en ese colectivo de desfavorecidos no hizo más que acrecentar el anhelo de servirles que formaba parte de su manera de ser. Contemplaba afligido y lleno de piedad a las jóvenes descarriadas que anhelaban modificar el rumbo de...
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