Beauvoir Simon De Para Que La Accion
A C C I Ó N ?
S I M O N E D E
B E A U V O I R
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¿ PARA QUÉ
LA
ACCIÓN?
Plutarco cuenta que un día Pirro hacía proyectos de conquista: "Primero vamos a someter a Grecia", decía. "¿Y después?", le pregunta Cineas
"Ganaremos Africa". "¿Y después de Africa?""Pasaremos al Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia". "¿Y después?" "Iremos hasta las Indias". "¿Y
después de las Indias". "¡Ah!", dice Pirro, "descansaré". "¿Por qué no descansar entonces, inmediatamente?", le dice Cineas.
Cineas parece sabio. ¿Para qué partir si es para
regresar? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y
sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vanopartir. "No diré
A", dice el escolar con empecinamiento. , "¿Pero
por qué?" "Porque después de eso, habrá que decir
B". Sabe que si comienza, no terminará jamás: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las pa3
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DE
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labras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada
minuto una nueva tarea que lo arrojará hacia una
tarea nueva, sin descanso. ¿Si no se termina nunca,para qué comenzar? Aun el arquitecto de la Torre
de Babel pensaba que el cielo era un techo y que lo
tocaría algún día. Si Pirro pudiera extender los límites de sus conquistas más allá de la tierra, más allá
de las estrellas y de las más lejanas nebulosas, hasta
un infinito que sin cesar huyera ante sí, su empresa
seria insensata, su esfuerzo se dispersaría sin jamás
recogerse en ningún fin. A laluz de la reflexión, todo proyecto humano parece, por lo tanto, absurdo,
pues no existe sino asignándose límites, y esos limites, se los puede siempre franquear preguntándose
con desdén: "¿Por qué precisamente aquí? ¿Por qué
no más allá? ¿Por qué razón?”
"He descubierto que ningún fin vale la pena de
ningún esfuerzo", ice el héroe de Benjamín Constant. Así piensa frecuentemente el adolescente
cuandola voz de la reflexión despierta en él. El niño se parece a Pirro: corre, juega sin plantearse problemas y los objetos que crea le parecen dotados de
una existencia absoluta, llevan en sí mismos su razón de ser. Pero descubre un día que tiene el poder
de superar sus propios fines: no hay más fines; y no
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¿ PARA QUÉ
LA
ACCIÓN?
existiendo ya para él sino vanas ocupaciones, las
rechaza. "Losdados están cargados", dice y mira
con desprecio a sus mayores: ¿cómo les es posible
creer en sus empresas? Son engaños. Algunos se
matan para poner fin a ese señuelo irrisorio, y ése
es, en efecto, el único medio para terminar. Pues en
tanto que permanezca vivo, es en vano que Cineas
me hostigue diciéndome: "Y después? ¿Para qué?"
A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende,
nuevosproyectos nacen y me impulsan adelante.
Los sabios han querido ver en ese empecinamiento
el signo de la irremediable locura de los hombres;
pero una perversión tan esencial, ¿puede ser aun
llamada perversión? ¿Dónde encontraremos la verdad del hombre, si no en él mismo? La reflexión no
puede detener el impulso de nuestra espontaneidad.
Pero la reflexión es también espontánea. El
hombre planta, lucha,conquista, desea, ama, pero
siempre hay un "¿y después?" Puede que, de instante en instante, se arroje con ardor siempre renovado a nuevas empresas: así Don Juan no deja a una
mujer sino para seducir a otra; pero aun Don Juan
se fatiga un buen día.
Entre Pirro y Cineas, el diálogo vuelve a comenzar sin fin.
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Y no obstante, es preciso que Pirro se decida.
¿Se queda o parte? Sise queda, ¿qué hará? Si parte,
¿hasta dónde irá?
"Hay que cultivar nuestro jardín", dice Cándido.
Ese consejo no nos será de gran ayuda. Pues, ¿cuál
es nuestro jardín? Hay hombres que pretenden trabajar toda la tierra, y otros encontrarán una maceta
demasiado vasta. Algunos dicen con indiferencia:
"Después de mí, el diluvio", en tanto que Carlomagno, agonizante, llora al ver los barcos de los...
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