Benedetti Mario Pacto De Sangre

Páginas: 15 (3537 palabras) Publicado: 26 de octubre de 2015
MARIO BENEDETTI A esta altura ya nadie me nombra por mi nombre Octavio. Todos me llaman abuelo. Incluida mi propia hija. Cuando uno tiene, como yo, ochenta y cuatro aos, qu ms puede pedir. No pido nada. Fui y sigo siendo orgulloso. Sin embargo, hace ya algunos aos que me he acostumbrado a estar en la mecedora o en la cama.No hablo. Los dems creen que no puedo hablar, incluso el mdico lo cree.Pero yo puedo hablar. Hablo por la noche, monologo, naturalmente que en voz muy baja, para que no me oigan. Hablo nada ms que para asegurarme de que puedo. Total, para qu Afortunadamente, puedo ir al bao por m mismo, sin ayuda.Esos siete pasos que me separan del lavabo o del inodoro, an puedo darlos. Ducharme no. Eso no podra hacerlo sin ayuda, pero para mi higiene general viene una vez por semana(me gustara que fuese ms frecuente, pero al parecer sale muy caro) el enfermero y me baa en la cama. No lo hace mal. Lo dejo hacer, qu ms remedio. Es ms cmodo y adems tiene una tcnica excelente. Cuando al final me pasa una toalla hmeda y fra por los testculos, siento que eso me hace bien, salvo en pleno invierno. Me hace bien, aunque, claro, ya nadie puede resucitar al muerto. A veces, cuando voy albao, miro en el espejo mis vergenzas y nunca mejor aplicado el trmino. Mis vergenzas. Unas barbas de chivo, eso son. Pero confieso que la toalla fra del enfermero hace que me sienta mejor. Es lo ms parecido al bao vital que me recomend un naturista hace unos sesenta aos. Era (l, no yo) un viejito, flaco y totalmente canoso, con una mirada plida pero sabihonda y una voz neutra y sin embargoafable. Me hizo sentar frente a l, me dio un vistazo que no dur ms de un minuto, y de inmediato empez a escribir a mquina, una vieja Remington que pareca un tranva. Era mi ficha de nuevo paciente. A medida que escriba, iba diciendo el texto en voz alta, probablemente para comprobar si yo pretenda refutarlo. Era increible. Todo lo que iba diciendo era rigurosamente cierto. Dos veces sarampin, una vezrubeola y otra escarlatina, difteria, tifus, de nio hizo mucha gimnasia, menos mal porque si no hoy tendra problemas respiratorios varices prematuras, hernia inguinal reabsorbida, buena dentadura, etctera. Hasta ese dia no me haba dado cuenta de que era poseedor de tantas taras juntas. Pero gracias a aquel tipo y sus consejos, de a poco fui mejorando. Lo malo vino despus, con aos y ms aos. Aos. Nohay naturista ni matasanos que te los quite. Ahora que debo quedarme todo el tiempo quieto y callado (quieto, por obligacin callado, por vocacin), mi diversin es recorrer mi vida, buscar y rebuscar algn detalle que crea olvidado y sin embargo estaba oculto en algn recoveco de la memoria. Con mis ojos casi siempre llorosos (no de llanto sino de vejez) veo y recorro las palmas de mis manos. Ya noconservan el recuerdo tctil de las mujeres que acarici, pero en la mente s las tengo, puedo recorrer sus cuerpos como quien pasa una pelcula y detener la cmara a mi gusto para fijarme en un cuello (ser el de Ana) que siempre me conmovi, en unos pechos (sern los de Luisa) que durante un ao entero me hicieron creer en Dios, en una cintura (ser la de Carmen) que reclamaba mis brazos que entonces eranfuertes, en cierto pubis de musgo rubio al que yo llamaba mi vellocino de oro (ser el de Ema) que apareca tanto en mis ensueos (matorral de lujuria) como en mis pesadillas (suerte de Moloch que me tragaba para siempre). Es curioso, a menudo me acuerdo de partculas de cuerpo y no de los rostros o los nombres. Sin embargo, otras veces recuerdo un nombre y no tengo idea de a qu cuerpo corresponda. Dndeestarn esas mujeres Seguirn vivas Las llamarn abuelas, slo abuelas, y no habr nadie que las llame por sus nombres La vejez nos sumerge en una suerte de anonimato. En Espaa dicen, o decan, los diarios muri un anciano de sesenta aos. Los cretinos. Qu categora reservan entonces para nosotros, octogenarios pecadores Escombros Ruinas Esperpentos Cuando yo tena sesenta era cualquier cosa menos un...
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