BERENICE UBA CARATULAS

Eco. A Émeride todo le hacía eco. Era una sensación tan perturbadora y recurrente que no sabía muy bien cómo manejarla; a veces las imágenes la abrumaban y necesitaba poner su mente en blanco parano saturarse. Un pensamiento por segundo. Así de terrible era: terrible y abrumante, porque todo le hacía eco.
Las últimas palabras que le había dicho, el último abrazo, también la última discusión:todo se configuraba en su conciencia como marcas de agua intensas que difícilmente le daban tregua. Que a veces no la dejaban, incluso, respirar. Y lo peor de todo era lo sola que se sentía; todos a sualrededor, alrededor de Émeride, sabían que no estaba bien. Pero…¿quién la ayudaba?
“Es muy posible que no se despierte. Mi más sentido pésame”
Ese día se le detuvo el corazón. No controlaba suslágrimas, ni su cuerpo, y las emociones la invadían sin poder tener una pizca de control sobre todo el asunto. Por supuesto, no era la primera y única persona en el mundo a quién le había tocado unadesgracia. “La gente sufre todo el tiempo”, se consolaba a sí misma. Pero habían pasado días del hecho, y todavía ella se encontraba en un estado intermedio entre la depresión y la fuerza de voluntad: aveces la balanza se equilibraba y hacía las cosas por inercia, como si no tuviera otra alternativa. El recorrido que unía su hogar con el hospital era largo y sinuoso, y no solamente eso, sino que ladelicuencia por dicha zona estaba a la orden del día. Desde un primer momento , y por esa misma razón, le había parecido lo más lógico emprender rumbo hacia la clínica directamente a la salida de clases.Sin lugar a dudas, era un trecho menor y mucho más confortable.
El sonido de sus pisadas sobre las hojas otoñales recién caídas del árbol, le hacía eco. Y faltaba poco para llegar.
Se detuvo ante lapuerta de un pálido pasillo color crema; observaba el andar de los médicos, las enfermeras, los camilleros. Todos parecían desempeñarse armónicamente en un manifiesto clima de tensión y prisa, de...