bibiana y su mundo

Páginas: 136 (33929 palabras) Publicado: 24 de agosto de 2014
José Luis Olaizola Bibiana y su mundo ARGUMENTO De pequeña, todos la conocían por Bibi. Entraba y salía por las casas de la urbanización como si fueran suyas. Los vecinos se compadecían de ella por ser huérfana de madre y porque su padre, además de no trabajar, se pasaba gran parte del día borracho. El carácter alegre y abierto de la niña pone en el relato un fondo amable a un problema socialduro, al que el autor ha sabido buscar solución sin provocar desgarros ni amarguras. ~4~
José Luis Olaizola Bibiana y su mundo BIBIANA había nacido en un pequeño pueblo tan próximo a Madrid que con eltiempo se había convertido en un barrio de la capital, muy elegante, con casasrodeadas de jardines. De pequeña, todos la conocían, la llamaban Bibi, entraba y salía por las casas comosi fueran suyas, yen la pastelería tomaba dulces sin pagar. Los vecinos secompadecían de ella por ser huérfana de madre y porque su padre, además de notrabajar, se pasaba borracho gran parte del día y todas las noches sin excepción. Tenía entonces cinco años, y, de saberlo, se hubiera asombrado de la compasiónque sentían por ella. De lo de su padre no se daba cuenta, ya que pensaba que todoslos padres eran así: porlas mañanas, serios y quejumbrosos; por las noches, muyalegres. Como veía que en las casas eran las mujeres las que cuidaban de los hombres —lesdaban de comer, les lavaban la ropa...—, aprendió a hacer estos trabajos para supadre. La enseñó la señora Angustias, una vecina muy mayor que, de acuerdo con sunombre, siempre estaba angustiada. Cuando veía a Bibi hacer los trabajos de la casa,largabaunos suspiros estremecedores y no se recataba de mirarla compungida: —¡Pobre hija! Al decirlo, se le llenaban los ojos de lágrimas; pero esto no le extrañaba a Bibi,porque también lloraba con las novelas de la radio y las series de televisión. La señora Angustias le suplicaba al padre de la niña: —¡Rogelio, tenga compasión de este pobre ángel! El ángel era Bibi, y entonces, por la noche, su padre secompadecía y la acariciabaen forma de cosquillas, muy suavecito, hasta que se dormía. También le contabacuentos. Unas veces eran divertidos y otras tristes, pero todos tan buenos que loschicos del colegio se quedaban embelesados cuando ella, a su vez, se los repetía. La profesora le preguntaba: —¿Dónde aprendes esos cuentos? ~5~
José Luis Olaizola Bibiana y su mundo —Me los cuenta mi padre—contestaba Bibi muy satisfecha. Se quedabaasombrada de que la señorita Tachi, en lugar de admirarse y alabárselos como hacíanlos niños, endureciese su rostro y musitase: —Más le valía cumplir con su obligación como los demás padres. Bibi no entendía lo que quería decir con eso. Los padres de los otros niños nosabían contar cuentos y, además, estaban casi siempre muy enfadados. Algunos,incluso, pegaban asus hijos. Para colmo, la mayoría de ellos se pasaban el día fuerade casa porque trabajaban en Madrid. En muy pocos años, el pueblo se habíaconvertido en un barrio de la capital, rodeado de urbanizaciones preciosas, conjardines, edificios y chalés de gente que llegó de Madrid, que estaba tan sólo a catorcekilómetros. En cambio, su padre siempre estaba a su disposición: o bien en su casa o, lomáslejos, en la taberna. —¡Qué vergüenza —se lamentaba la señora Angustias—, que esta pobre niñatenga que ir a buscar a su padre a la taberna! A Bibi no le importaba hacerlo —tendría ya unos diez años—, porque la tabernaestaba a dos manzanas de su casa. Tampoco le gustaba demasiado, porque no todoslos borrachos eran como su padre. Algunos gritaban, peleaban, decían palabrashorribles, inclusoblasfemias. Su padre, apenas la veía entrar en la taberna, le decía: —Espérame fuera, Bibi; enseguida salgo. Y cumplía su palabra. Salía rápido, aunque fuera tambaleándose. Desde que iba al colegio, sabía que su padre era un borracho porque se lo dijeronvarios niños de la clase. Pero no estaba segura de si eso era bueno o malo. O pensabaque los había de una y otra clase y que su padre era de los...
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