bibliana y su mundo

Páginas: 86 (21430 palabras) Publicado: 3 de noviembre de 2014
—¡Maldita sea! —le increpó a Rogelio—. ¡Como nos cojan los guardias, le matamos a usted!
Al decir esto último, sacó otra pistola. Rogelio, que hablaba con esfuerzo, contestó a la amenaza:
—¡Bastante les importa a los guardias que me matéis! Es más, creo que mucha gente se alegraría.
El hombre, sin hacer caso de la observación, gritó a los de la calle:
—¡Tenemos un hombre prisionero! ¡Cómono nos dejéis ir, lo matamos!
Rogelio, que no se podía tener en pie, se cayó pesadamente junto a una columna. Pero le quedaron fuerzas para advertir a los hombres:
—Como no os busquéis otro rehén mejor que yo, vais buenos.
DESPUÉS, CUANDO LO CONTABA, la gente se asombraba de la serenidad que había tenido su padre. Bibiana no, porque ya sabía que era así.
La realidad fue que, tan convencido lesdecía a los ladrones lo que su vida no le interesaba a nadie, que éstos dudaron, desistieron de matarlo y, para cuando se quisieron dar cuenta, la Guardia Civil los había rodeado y detenido.
A Rogelio le condujeron, en una ambulancia, al hospital. Fue cuando peor lo pasó Bibiana. No la dejaron acompañarle, y pensó que se había muerto.
La llevaron a casa de la señora Angustias y tardó mucho endormirse. Lloró hasta hartarse, pensando en su padre. A la mañana siguiente la despertó la señora Angustias. Antes de hablarle, lanzó un suspiro de los peores; a Bibiana se le encogió el corazón.
—Han llamado del hospital. ¡Ay, Dios mío! —hizo una pausa de muy mal augurio y continuó—: Han dicho que tu padre está bien. Ya le han sacado la bala. Esta tarde, si quieres, puedes ir a verle.
Volvió alanzar otro suspiro. Tan doloroso, que daba la impresión de que le parecía una mala noticia que Rogelio no se hubiese muerto.
Todavía estaba en la cama, cuando apareció la señorita Tachi. Más guapa que nunca. Tenía una ceja cubierta con una tirita y el ojo correspondiente, morado. Un labio, partido e hinchado. Cuando se sentó en su cama y, sin decirle nada, le cogió la cabeza entre las manos y laestrechó contra su pecho, Bibiana, sin saber por qué, se puso a llorar suavecito, sin ruido.
La señorita no le decía que no llorase. Se limitaba a estrecharla más fuerte. La blusa era de seda, muy suave, y el perfume tenía aroma de fresa. A Bibiana le hubiera gustado quedarse así para siempre. O, por lo menos, dormirse en aquel regazo como si fuera una niña pequeña. Pero la señora Angustias, quelas estaba mirando, intervino:
—El padre no se ha muerto.
Es decir, que no valía la pena seguir llorando sin motivo. La señorita Tachi movió la cabeza como indicando que ya sabía la buena noticia, aunque, tal y como la decía la señora Angustias, no se sabía si era buena o mala.
La señorita Tachi apartó un poco a Bibi y le preguntó:
—¿Vas a ir a ver a tu padre?
La niña asintió.
—Bien —continuóla profesora—, pues te llevaré en coche.
Lo dijo con rubor, porque era un pretexto para visitarle también ella. No le quedaba más remedio que dar las gracias a Rogelio por haberla salvado, pero le resultaba muy violento, por la bronca que habían tenido pocos días antes a propósito de la niña.
Rogelio estaba en un hospital de Madrid, en una sala grande, con otras personas. La enfermera que lascondujo les advirtió:
—No le conviene hablar mucho. Todavía está débil.
Primero entró sola Bibiana. Y aunque le impresionó ver a su padre en la cama, con todo el pecho vendado, no le dio por llorar. Tampoco supo qué decirle. Se limitó a sonreírle, y Rogelio hizo lo mismo.
—Oye, papá, la señorita quiere verte.
A Rogelio se le quitó la sonrisa y se le puso la misma cara de recelo que la otra vez.—¿No será para hablarme de la función de Navidad?
Lo preguntó con sorna, pero la niña no lo entendió y se limitó a decir:
—No creo, papá. ¿Le digo que pase?
El hombre aceptó resignadamente. Cuando entró Tachi con el rostro deformado por los golpes, se le puso una cara divertida.
—¡Caramba! —le dijo Rogelio a modo de saludo—. La han dejado a usted peor que a mí.
La mujer negó con la...
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