bienaventurados los excluidos
Intervención de Dario Barberena y Mario Flórez en el 8º Seminario Anual Institucional de Ciudad Don Bosco, Medellín, Octubre 9 de 2002.
1. Sapere Audi
Los fundadores de la Democracia, antiguamente los griegos y modernamente los ingleses, los franceses y los norteamericanos,consideraron ese sistema político como una garantía de felicidad y realización de niños y jóvenes.
La protección, la libertad, la educación y el blindaje contra toda forma de servidumbre, eran principios inscritos en el corazón del discurso demócrata. Los derechos sociales, económicos y culturales y el sagrado derecho a la vida y la integridad personal eran consustanciales a la polis.
Su florecimientoy conservación aparecen como el primer objetivo del gobernante.
Con bellas palabras Montesquieu, el notable inspirador del espíritu de las leyes escribió "si yo pudiera hacer que cada cual sintiera mejor la felicidad en su país, en su gobierno, en el puesto en que se encontrase, sería el más feliz de los mortales...". Agrega Montesquieu: "intentando instruir a los hombres es como se puedepradicar la virtud general de amor a la humanidad. (...) Sería el más feliz de los mortales si pudiera hacer que los hombres se curaran de sus prejuicios, y /lama prejuicios no a que se ignoren ciertas cosas, sino a lo que hace ignorarse a sí mismd'. (El espíritu de las leyes, prefacio, Montesquieu).
Para el gran pensador francés era inconcebible una República, una Patria, un País sin virtud,entendida como amor a esa patria, es decir, el amor a la igualdad.
Anotaba que no era una virtud moral ni tampoco virtud cristiana, sino una virtud política, en el sentido más profundo de ese término.
De la misma manera que el honor era el resorte que pone en movimiento al gobierno monárquico, la virtud política, es decir el amor a la igualdad, tiene que ser el resorte que ponga en movimiento algobierno democrático.
Qué lejos están las llamadas democracias contemporáneas, especialmente las del tercer mundo, y significativamente la democracia colombiana, de esos ideales de virtud política, de igualdad, de amor a la humanidad, de educación y de reconocimiento de la dignidad del otro.
Por el contrario, estas democracias precarias, con sus frágiles instituciones, sus ridículas y anacrónicasceremonias, su militarismo, sus mentiras toleradas mansamente por unas mayorías idiotas ante el mensaje manipulado por los medios; las élites con su absurda ineficiencia, su corrupción y su incultura; convirtieron el ejercicio de ciudadanía democrática en un laberinto de normas inaplicables e ininteligibles, y en una incongruencia entre los medios y los fines, que han conducido al desencantocolectivo, lo cual es la antesala del cinismo y el nihilismo.
2. Epaminondas
"La mayor parte de los pueblos antiguos vivían en regímenes que tenían por principio la virtud; y cuando ésta alcanzaba su máximo vigor, hacían cosas que ahora no se ven y que asombran a nuestras almas ruines. Su educación tenía otra ventaja sobre la nuestra: no se desmentía jamás. Epaminondas, al final de su existencia,hacía, decía, escuchaba, veía, las mismas cosas que en la edad en que empezó a instruirse.
Hoy recibimos tres educaciones diferentes o contrarias: la de nuestros padres, la de nuestros maestros, la del mundo. Lo que nos enseña la última destruye todas las ideas aprendidas en las otras dos. Esto viene, en parte, del contraste que vemos entre las enseñanzas de la religión y las del mundo: contrasteque conocieron los antiguos".
Esta reflexión de Montesquieu, además de bella, alcanza hoy una gran pertinencia.
En los países como Colombia, la educación se contradice. Es una ironía hablar de una educación para la vida.
Lo que enseñan los maestros, el hogar y el mundo, es inarmónico.
Contrario al sueño del gran poeta suramericano Porfirio Barba Jacob, no es posible esperar que las...
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