biopolitica
1. Mucho más que el miedo o la esperanza, la sensación que susci- tan los acontecimientos políticos mundiales de los últimos años es quizás la sorpresa. Antes que positivos, negativos o hasta trágicos, ellos resultan ante todo inesperados. Más aún, se oponen a todo cálcu- lo razonable de probabilidad. Del derrumbamiento repentino e in- cruento delsistema soviético en 1989 al ataque del 11 septiembre del
2001, con todo lo que se ha seguido de ello, lo menos que se puede de- cir es que no solamente nada nos los hacía imaginar, sino incluso que todo inducía a considerarlos inverosímiles.
La verdad es que mientras nos movamos dentro de este lenguaje marcadamente clásico (de los derechos, de la democracia, de la liber- tad) no se avanzarealmente. No sólo respecto de una situación com- pletamente inédita, sino también respecto de una situación cuya radi- cal novedad ilumina de otro modo incluso la interpretación de la fase anterior. Lo que no funciona en estas respuestas, más que los concep- tos tomados separadamente, es el marco general en el que estos con- ceptos están insertos.
2. Creo que debemos referirnos a eseconjunto de acontecimientos que, al menos, a partir de los estudios de Michel Foucault, pero en ver- dad ya desde alguna década antes, ha asumido el nombre de biopolíti- ca. Sin poder ahora detenerme en la genealogía del concepto (que he reconstruido en detalle en un libro reciente) y tampoco en los muchos sentidos que a lo largo del tiempo (y hasta dentro de la obra del mis- mo Foucault) haadquirido, digamos que en su formulación más gene- ral este término se refiere a la implicación cada vez más intensa y di- recta que se establece, a partir de cierta fase que se puede situar en la segunda modernidad, entre las dinámicas políticas y la vida humana entendida en su dimensión específicamente biológica.
En este sentido, se podría llegar a decir que no ha sido la moderni- dadla que planteó el problema de la autopreservación de la vida, si- no que ha sido este problema el que dio realidad o, para decirlo de al- gún modo, el que inventó la modernidad como complejo de categorías capaz de solucionarlo. En su conjunto, lo que llamamos modernidad, a fin de cuentas, podría no ser nada más que el lenguaje que permitió dar la respuesta más eficaz a una serie deexigencias de autotutela que emanaron del fondo mismo de la sociedad.
3. Como sabemos, también esta mixtura entre lenguaje político y lenguaje biomédico tiene una larga historia. Baste pensar en la mile- naria duración de la metáfora del cuerpo político o también en térmi- nos políticos de procedencia biológica como nación o constitución. Pe- ro el doble proceso cruzado de politización de lavida y biologización de la política, que se despliega a partir de inicios del siglo pasado, tie- ne un alcance diferente. No sólo porque pone a la vida cada vez más en el centro del juego político, sino porque, en algunas condiciones, llega a invertir este vector biopolítico en su opuesto tanatopolítico, lle- ga a vincular la batalla por la vida con una práctica de muerte. Es lacuestión planteada por Foucault en sus términos más crudos, cuando se pregunta, con un interrogante que continua todavía interpelándo- nos hoy, por qué una política de la vida amenaza continuamente con traducirse en una práctica de muerte.
4. El totalitarismo del siglo XX –sobre todo el nazi– señala el ápice de esta deriva tanatopolítica. La vida del pueblo alemán se convierte en elídolo biopolitico al cual sacrificar la existencia de cualquier otro pueblo y en particular del pueblo judío que parece contaminarla y de- bilitarla desde adentro. Nunca como en este caso, el dispositivo inmu- nitario señala una absoluta coincidencia entre protección y negación de la vida. El potenciamiento supremo de la vida de una raza, que se pretende pura, es pagado con la producción de...
Regístrate para leer el documento completo.