bixby traduit
Sucesivasgeneraciones de juveniles americanos no se desaniman lo más mínimo ante ese espantoso panorama de divorcio y defunción. Cuanto más aumenta el índice de divorcios, mayor se hace su ahínco. Los jóvenes se casan como ratones, apenas entran en la pubertad, y una buena proporción de ellos tiene en nómina un mínimo de dos ex esposas antes de cumplir los treinta y seis. Mantener a esas señoras conforme al trende vida a que están acostumbradas les exige trabajar como esclavos, que es ni más ni menos lo que son. Hasta que, por último, según van alcanzando precozmente la edad madura, un sentimiento de desencanto y de temor empieza a infiltrárseles despacioso en el corazón, y así les da por reunirse, a última hora del día, en pequeñas y prietas tertulias, en clubes y bares, para despachar sus whiskies ytragar sus píldoras, y tratar de animarse unos a otros a base de anécdotas.
El tema fundamental de esas historias jamás varía. En ellas intervienen siempre tres personajes principales: el marido, la mujer y un canalla. El marido es un buen hombre, honrado y trabajador. La esposa es taimada, falsa y lasciva, e invariablemente tiene algún enredo con el canalla, cosa que el hombre es demasiado buenopara sospechar tan siquiera. Negras pintan las cosas para el marido. ¿Llegará el infeliz a enterarse alguna vez? ¿Está condenado a ser cornudo el resto de su vida? Sí: tal es su sino. Pero... ¡espera! De pronto, merced a una brillante maniobra, se desquita por entero de los agravios de su depravada esposa, que queda anonadada, estupefacta, humillada, hundida. El auditorio masculino congregado antela barra sonríe mansamente para sus adentros y se consuela un poco con la fantasía.
Aunque circulan muchas historias de este tipo —anhelosas invenciones de un mundo de sueños, obra de la desventura masculina—, la mayoría de ellas son demasiado fatuas para ser repetidas, y también demasiado picantes para confiarlas al papel. Existe una, sin embargo, que parece superior a las demás, en particularpor el mérito de ser auténtica. De extraordinaria popularidad entre maridos defraudados dos o tres veces y en busca de solaz, es posible que, de contarse usted entre aquéllos y no haberla oído previamente, encuentre gusto en su desenlace. La historia se llama «La señora Bixby y el abrigo del coronel» y su argumento es, más o menos, el siguiente:
El señor y la señora Bixby vivían en un apartamentomás bien pequeño, en un lugar cualquiera de la parte céntrica de Nueva York. El señor Bixby era dentista y tenía unos ingresos normales. La señora Bixby era una mujerona vigorosa y a la que le gustaba la bebida. Una vez por mes, y siempre en viernes y por la tarde, la señora Bixby tomaba en Pennsylvania Station el tren de Baltimore, para visitar a su anciana tía. Pasaba con ella la noche y al díasiguiente regresaba a Nueva York a tiempo de prepararle la cena a su marido. El señor Bixby aceptaba con benevolencia ese arreglo. Sabiendo que la tía Maude vivía en Baltimore y que su esposa le tenía un gran cariño a la anciana, a buen seguro no hubiera sido razonable negarles a ambas el placer de un encuentro mensual.
—Siempre y cuando —objetó en un principio— no esperes nunca que te...
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