Apenas terminaba la violencia que dio origen a nuestras ciudades modernas cuando recomenzó la violencia guerrillera, que ahora unía a las guerras agrarias por la tierra, losconflictos engendrados por la pobreza, la exclusión y el resentimiento, y que tuvo como acicate la guerra estatal contra toda oposición democrática. No hay que olvidar que el Frente Nacionalfuncionó siempre sobre la base de una periódica suspensión de las garantías constitucionales para la población a través de la coartada despótica del Estado de Sitio; así, la violenciafue utilizada para reprimir el descontento y las demandas democráticas de la población; la violencia era el sustituto de las reformas liberales. También se dio entonces el avance violentode la colonización y de los desplazados sobre los territorios menos explorados del país, sobre la Orinoquia y la Amazonia, y el descubrimiento de nuevas riquezas, con el inevitablepresagio de nuevas guerras derivadas de ellas. Así nació la guerra de la marihuana, y gradualmente después la guerra de la coca, que acabaría enfrentando a los grandes traficantes de cocaína conel Estado, al Estado con los pequeños productores de hoja de coca, y a una comunidad pobre, forzada a vender lo que le compran, con un imperio opulento y hastiado que nunca pagó tan bienlos frutos del trabajo honesto y abnegado de nuestros campesinos. A esas guerras se han sumado recientemente los conflictos por la biodiversidad, la disputa por territorios que seadivinan ricos en petróleo, y una reviviscencia de las guerras del oro, porque al parecer mucho oro queda todavía en lo que fue por siglos la región más aurífera del continente. Las minas queprodujeron el metal en otro tiempo fueron explotadas con recursos artesanales, de modo que todavía sus filones profundos pueden ser desentrañados por la gran tecnología contemporánea.
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