Con mi alita rota corrí Calle Arturo Fernández escapando de la acorazada fuerza policial de mi país. Soy miembro comprometido y militante fiel deMovimiento Universitario de Izquierda hace un año, tres meses y doce días. Veo en los ojos de los pobres, los reprimidos, los desamparados, saltimbanquis, obreros,cesantes, temporeros, mecheros, goy y judíos, cristianos y gentiles, el ánimo consiente de baluarte rebelde y organizado. Soy vanguardia hasta el punto enque el absurdo choca con la verdad, no soy ingenioso, no soy decidido, pero hago y mucho, soy una plancha de plomo fundido, un, un pasamanos, un pasquín conun discurso incendiario, un cartel llamando al levante de los oprimidos que unjo con la falta de compromiso, saliva y bilis de los demás. Me gustan las papasmayo y escuchar Vicente Feliú los fines de semana, hasta podría pagar la entrada para verlo en el estadio de las Viejas Águilas de Yungay. Veo como elpueblo transita en el derrotero de su emancipación a punta de balazos, chuchadas y represión stereo-neuronal. Quemo neumáticos, tiro piedras, respiro gasespotentes (bromuro de bencilo), mi padre es un hombre recto, consecuente, justo pero tibio. Vivo en pensión y definitivamente soy un completo culiao. Odio alpatrón pero soy un patrón, un estereotipo de chalecos de lana, de cadenas, de camisas de franela, de zapato café y chaquetón. En el corolario de mi vida sepuede declarar para definirme dos simples cosas: que odio con todo mí ser a los Tunas y cuando niño quería ser Scout pero para mí taita era puro mariconeo.
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