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S son bnnsMe detuve un segundo para sacar de entre mis ropas el reloj de bolsillo, el verdadero reloj, el que en realidad marcaba la hora y con susto vi que dentro de cinco minutos darían las seis.
Guardé rápidamente el reloj y seguí caminando por las calles volviéndome a cada rato para cerciorarme que nadie me siguiera, pero no era necesario, pues nadie tenía ánimos en esosmomentos en que el ambiente no presagiaba nada bueno para seguir a un joven que casi corría para llegar a alguna parte.
Giré un par de veces a la derecha, otras a la izquierda y feliz y al mismo tiempo agotado, llegué a donde debía de llegar y esperé tranquilo frente a un gran árbol que daba sombra, cuando había raramente sol, a un pequeño callejón donde las damas se encontraban con sus amantes yconversaban largo rato teniendo la seguridad de que nadie los molestaría.
Después de cinco minutos escuché el galope de unos tres a cuatro caballos que impulsaban un carruaje.
De la calle que se extendía a mi derecha divise un elegante coche que venía a una velocidad, para ese tiempo, considerable.
El cochero venia enfundado en una capa negra y tenia el sombrero cubriéndole el rostro igual queyo; al verme, el hombre paró el carruaje y me saludó con un movimiento de cabeza.
-¿Qué tal, milord?-dijo con una voz ronca.
-¿Qué tal?-me limité a decir.
Abrí la portezuela y entré al carruaje donde hacia un poco mas de calor que en el exterior y era reconfortante.
-ya sabes a donde dirigirte-le dije al hombre sacando la cabeza por la ventanilla.
A mis órdenes, el hombre obedeció y el carruajecomenzó a avanzar rápidamente.
Sorprendido me percaté de que sobre el asiento frente a mi había un trozo de pergamino enrollado con un sello que no reconocía.
Tomé el papel y lo desenrollé excitado y a la vez asustado por saber que decía.
Escrito sobre el amarillento papel, con una letra fina y elegante había un montón de palabras:
Milord:
Querido, espero que lleguéis con bien a vuestrodestino y os suplico que en cuanto regreséis a Paris vengáis a verme, no puedo ocultar mi deseo por veros salvo y sano como vos me habéis prometido que vendríais. Mi querida amiga, lady Mary Berrycloth está sumamente preocupada y temo que su salud se vea afectada, por lo que, de nuevo, suplico que vengáis inmediatamente y así las dos estemos felices de veros vivo y no temamos lo peor. Por favor,os suplico mandaros una respuesta a mi carta con el cochero de inmediato y dadme una prueba de que aun estáis vivo, de lo contrario, me temo que partiré de inmediato a Londres y armare un disparate, comprometiendo a mas de una persona hasta encontraros. Os queremos lady y yo.
Vuestra afectísima’
Anne.
Al leer todo esto, mis ojos se llenaron de lágrimas y no pude evitar soltar un suspiro....
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