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Culiacán es la ciudad de las maravilla, lo dijo el dramaturgo Oscar Liera, y razones tenía de sobra. Ubicada a ochenta kilómetros de la línea quemarca el trópico central de la tierra, su temperatura veraniega es elevada, rodeada de cerros que la protegen de la furia de los huracanes que emergen delOcéano Pacifico que esta a solo cuarenta kilómetros, la cruzan dos ríos que forman un tercero que lleva sus aguas hasta el mar. Todo esto la convierte en elcentro de una capital próspera, conflictiva e interesante. La historia que conoceremos a continuación, la vive Lauro en ese territorio y es posible queun psiquiatra pudiera determinar que mucho tuvo que ver el lugar, él es un joven adaptado a su entorno en un barrio de los muchos que se desarrollan enun conglomerado de contrastes tan diversos e inverosímiles que resulta difícil aceptar. La narrativa que este joven nos cuenta, es atrayente para algunospor el ambiente violento que se vive en las barriadas, para otros por las aventuras que provoca la impetuosidad de los pandilleros juveniles, peroindiscutiblemente a todos nos atrapa porque con el señuelo del amor, sentimiento sin el cual no podemos vivir, aunque a veces nos hace cometer torpezas queresultan a veces fatales… veamos.
Son pasadas las doce de un día sin nubes, en mi cabeza siento una brasa por lo caliente del sol; pedaleo con fuerza paraalcanzar la cima y los chorros de sudor corren por mi espalda; al llegar a lo alto de la calle, poniendo un pie sobre el pavimento me detengo. Un leve te