BLOQUE V Despertar A La Realidad 1
Miseria y Misericordia
Los fariseos no tenían otra intención que cumplir la voluntad de Dios en cada momento. Siglos enteros dieron como resultado una minuciosa legislación de 631 mandamientos (365prescripciones y 266 prohibiciones) de la que supuestamente no se escapaba ninguna situación. Sin embargo, algo les decía que alguno de esosmandamientos tenía que ser el principal. Que no se transgreda igualmente la voluntad de Dios por "comer un huevo puesto por una gallina un sábado" una de las prohibiciones rabínicas que por retener el salario al trabajador o por arrebatar al campesino su licúa o por alterar las balanzas o comprar un inicio injusto.
Las escuelas se dividían en sus opiniones sobre la principalidad de los mandamientos;el pueblo simplemente no podía opinar. Y un escriba, con ánimo de poner en mal a Jesús, se le acercó y le espetó la pregunta: ¿Cuál es el principal de los mandamientos? Jesús no vaciló: Amarás al Dios por encima de todo; y el segundo, que tiene tanta importancia como el primero, es: amarás a tu prójimo como te amas a ti mismo.
Eran cosas obvias. El escriba, un tanto embarazado ante la simplicidadde la respuesta, quiso endurecer la pregunta: Sí, eso es claro; pero ¿quién es mi prójimo?
Jesús se acomodó y comenzó a narrar. "Iba un hombre bajando por el camino de Jerusalén a Jericó, en el camino lo asaltaron unos bandidos, lo robaron y lo golpearon, dejándolo medio muerto. Terminado su servicio litúrgico en el Templo, bajó también por el mismo camino un sacerdote, rumbo a su casa, en Jericó,ciudad sacerdotal. Vio al herido. Ni se movía ni se quejaba siquiera. Seguramente estaba muerto. Las normas rituales del culto prohibían que un sacerdote en funciones se contaminara con un cadáver; quedaría inhabilitado para seguir cumpliendo sus obligaciones sacras. Por responsabilidad con el pueblo v con Dios; dio un rodeo para evitar la impureza ritual v siguió su camino.
Luego pasó un levita,ayudante de los sacerdotes y con las mismas obligaciones de guardarse en pureza ritual; nadie impuro podía estar en presencia de Yahvé. Su conducta fue la misma que la del sacerdote. No por endurecimiento del corazón, sino por responsabilidad sacral. Era más importante el servicio en el Templo.
Pasó luego un samaritano; un hereje despreciable para los judíos. Era descendiente de los israelitasque quedaron el territorio del norte cuantío la destrucción riel Reino de Israel en el 722, y se habían mezclado con paganos que los Asirios habían traído al territorio. Aunque conservaban la le en Yahvé, adoraban al Dios de manera totalmente ajena a la judía, en el monte Garizín.
Ese hereje no tenía en cuenta el cúmulo de prescripciones legales necesarias para saber cuál era la voluntad de Dios; nisiquiera las conocía. Pero su corazón se parecía al corazón do Dios. Al ver al hombre tirado “se le conmovieron las entrañas”; como se le habían conmovido a Dios ante el clamor de su pueblo en Egipto. No lo ataba ninguna, preocupación de contaminarse ritualmente. No tenía, ninguna obligación cultural. Ni siguiera se le admitiría en el Templo, a no ser en el atrio de los gentiles. Y se bajó de sucabalgadura, empezó a consolar al herido, lo ungió las heridas con aceite, lo vendó, lo subió a la montura y se dirigió a una posada. El tenía que seguir su camino; lo encargó al posadero, a quien dio de su dinero para que cuidara de él, con la promesa de que si algo más se gastara él lo pagaría; al regreso, porque no se iba a desentender para siempre de aquel herido".
Terminó Jesús aquel cuento yno respondió la pregunta del escriba (¿quién es el prójimo?), que resultaba superfina, sino que le hizo otra pregunta: "¿Quién fue prójimo de aquel herido en el camino?" Lo que importa no es “saber” quien es el prójimo, —lo sabían el sacerdote y el levita—,
sino saber “quién necesita próximos”, y “saber ser” próximo del herido en el camino. No es cuestión de teoría sino de misericordia...
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