Blue Velvet 1

Atrapa el pez dorado, David Lynch
En 1986, la única publicación cinematográfica que un servidor podía consumir era la revista Fotogramas. Por aquel entonces ya se publicaba Dirido por, pero era mucho más difícil de conseguir en el pueblo donde residía. Antes de que en los años noventa se convirtiera en una revista del corazón más, especializada en la farándula, eso sí, Fotogramas no sólo era unaauténtica revista de cine, sino que además se postulaba por un tipo de cine en favor de otro. Precisamente en sus páginas fue donde primero me enteré de la existencia de Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986). Primero porque Jack Nicholson la escogía como la película que más le había impresionado, no sólo de las que había visto ese año, sino en mucho tiempo. Segundo porque el cineasta Woody Allen laelegía como símbolo de la ineficacia de los premios Oscar, que dejaban pasar de largo tan magnífica película con una miserable nominación a su director, David Lynch. Y tercero porque pareciendo un drama romántico, se alzaba con premios en festivales de cine fantástico como Sitges o Avoriaz. ¿Qué tendría Terciopelo azul para que a estos señores les gustara tanto? ¿Qué escondería para serconsiderada una obra de terror o fantástica si, a simple vista, parecía una película “normal”?
Lamentablemente no fue una película que programaran en el cine de mi pueblo. Tuve que esperar a una de aquellas tristes ediciones en vídeo que destrozaban el formato panorámico ofreciendo una visión parcial, sesgada y desdibujada de lo que se intuía una exquisita puesta en escena. Si no llegó a gustarme del todoen un primer visionado, sí consiguió sembrar su semilla en mi interior. Y de tal manera que cuando tuve la oportunidad de volver a verla en una sesión golfa de un cine de Madrid, no me lo pensé dos veces y arrastré a mi compañero de piso hasta los ahora inexistentes cines Duplex ubicados en Diego de León.

Disfrutar de la película en pantalla grande y en su versión original me dejó rendido yfascinado a los pies de David Lynch, quien  hasta la fecha todavía no ha conseguido defraudarme. En realidad no habría sido este mi primer contacto con el universo del cineasta de Missoula. Dos años antes ya había quedado cautivado por una película tan arriesgada como Dune, la adaptación de la novela homónima de Frank Herbert, que erróneamente se considera un fracaso comercial. Si la película no pudorecaudar todo lo que Dino De Lairentiis había invertido en ella, no fue por su director. El despilfarro de dos equipos previos, que habían abordado la dirección para desvincularse después, desperdiciaron gran parte del presupuesto de la película,  encareciéndola considerablemente. Tal es la confianza que Dino De Laurentiis tendría en la capacidad del que por aquel entonces ya tenía una nominaciónal Oscar por El hombre elefante (The Elephant Man, 1980), que le daría carta blanca y el codiciado final-cut de Terciopelo azul. Una película que marca un antes y un después en la filmografía de David Lynch, y casi me atrevería a decir, en muchos cineastas, cinéfilos y cinéfagos de diversa condición.



Misterios de amor
Algunos vinculan a Lynch con un movimiento como el surrealismo por supredilección por las secuencias oníricas y el sentido que estas suelen tener en sus películas. Otros lo ven más como un artista que recoge el legado expresionista tratando de mostrar y transmitir el estado psicológico en el que viven sus personajes. Y si en cierta manera estamos hablando de un artista atonal, para el que sonido e imagen tienen la misma importancia de cara a la experiencia del espectador,el movimiento con el que más le identifico es con el dadaísta. En la mayoría de sus obras su objetivo no es tanto contar una historia como conmover, remover y hacer partícipe al espectador de la experiencia por la que pasan sus personajes. Hacerle reaccionar ante una serie de estímulos audiovisuales que, en algunos casos, ni siquiera tendrán una explicación racional, pero que evocan poderosos...