Boleros

Vendedores de ilusiones

Getulio Tirado

Llegó a presidente con las muletas de dos veteranos de la política de un régimen enfermo, los que gracias a sus mañas himenoplásticas le lograron apoyode algunos notables y el financiamiento de connotados enriquecidos en las cuatro décadas democráticas. Ninguno ignoraba que ese hombre venía henchido de frases sin pensamiento ni programa, ni brújulaque orientara su gobierno, pero lo ayudaron a pregonar la ilusión de una república totalmente democrática a sabiendas de que en su esencia era un comandante de batallones, lo que nunca escondióaunque sus mentores pretendieron ver en los disfraces militares un formato publicitario para captar voluntades. Mucha de esa gente desertó o fue marginada de sus filas, unos salieron tempranamente pero yale habían hecho un traje constitucional a su medida de teniente coronel y otros, que volaron cuando lo creyeron por los suelos, ya habían aplaudido su entramado de armas y jueces para copar losresortes del poder y coaccionar las libertades civiles, o los arreglos de la cúpula militar burocrática y un grupo de empresarios que se afanan en saquear el erario público a costa de empobrecer aún alos más pobres.

Aquí nadie fue engañado por un Hugo que siempre anuncia lo que hace, más bien le financiaron y legitimaron la venta de su ingenio para esas arengas que calzan como guantes en lafrustración de mil esperanzas y sueños colectivos. Los vendedores del producto leyeron en los huecos de su discurso de coplero irredento su propia posibilidad de salvarse del descalabro que zarandeaba laRepública. Esa gente anda suelta y buscando otro prospecto, de manera que no es extraño que el hambre y la codicia vuelvan a ser los palafreneros de los votos en la loca idea de un viraje en redondoy, por cierto, podrían encontrar otro lenguaraz sin más credenciales que el pregón de los universales problemas humanos ni más programa que la oferta de otro mar de felicidad, aunque diferente al...